A lo largo de estas últimas semanas hemos visto diversos indicadores económicos a nivel internacional que muestran riesgos claros de una desaceleración global en el ritmo de crecimiento, especialmente en Europa, Japón y China.
Por ejemplo: hemos apreciado cómo el dólar se ha venido recuperando en las últimas dos semanas frente a la canasta de divisas y a monedas emergentes, destacando el peso mexicano. Por un lado, algunos datos económicos en Estados Unidos, como las ventas al menudeo de abril y la confianza al consumidor de mayo, se ubicaron mejor de lo esperado y dieron el viernes pasado un impulso a la divisa americana. También algunos miembros de la Fed en diversos eventos o conferencias han manifestado posibles escenarios de alza gradual en las tasas de interés de acuerdo a las condiciones de su economía.
Por otro lado, este fin de semana tuvimos información de ventas al menudeo y producción industrial de abril en China, y es claro que la desaceleración continúa y es probable que el crecimiento de su economía en el segundo trimestre del año sea inferior a 6.7%, registrado en el primer trimestre. Asimismo, la inversión urbana creció a un menor ritmo y genera dudas sobre la credibilidad de empresarios y la confianza para invertir.
Conocimos algunos datos ligados a la Zona Euro, en donde el riesgo de una deflación mayor existe con un ritmo de crecimiento económico “acotado” que por cuatro trimestres consecutivos oscila entre 1.5 y 1.6% anual.
Qué podemos decir de Japón, una economía que apenas crece a ritmos menores de 1.0% y un tema de riesgo deflacionario a pesar de que el Banco de Japón bajó en enero su tasa de referencia ya a terreno negativo. Existe una baja credibilidad de inversionistas hacia el gobierno japonés y su banco central que no han podido lograr los objetivos planteados desde hace un par de años. Su divisa, el yen, al contrario de lo esperado y la lógica por los estímulos monetarios, se ha apreciado más de 9.0% en el año.
Así vemos que los mercados pudieran mostrar un aumento en la volatilidad con probables bajas en bolsas, fortalecimiento del dólar, una demanda por bonos del tesoro norteamericano y el petróleo frenaría su impulso e iniciaría en breve un proceso correctivo.
En junio se celebrarán eventos importantes, entre otros, como la reunión de política monetaria de la Fed, la del BCE y el referéndum en Reino Unido para analizar su permanencia dentro de la Unión Europea (UE).
El peso mexicano, por su parte, podría mantener cierta presión de alza generada por el fortalecimiento global del dólar. A nivel interno, el sector automotriz perdería impulso, especialmente en el tema de exportaciones. También al ser una moneda líquida, un aumento en la aversión al riesgo en la región genera coberturas con el peso mexicano. Además, se ha presentado una salida de inversión extranjera en mercado de dinero que, con información al 4 de mayo pasado, registra una disminución de cinco mil 646 millones de dólares.