Digo yo que alguien tendrá que explicarnos por qué debemos ir de nuevo a votar el próximo 26 de junio.
Digo yo que nos deben muchas explicaciones. Por ejemplo: que la bromita de la repetición electoral le va a costar al ciudadano español más de 150 millones de dólares. Ese dinero va a salir de los bolsillos de todos y cada uno de los españolitos que tenemos que trabajar a diario para pagar nuestros impuestos de una manera impenitente.
Digo yo que la clase política española nos debería una explicación convincente de por qué no se puso de acuerdo para formar un Gobierno.
No será porque no tuvo tiempo. Del 21 de diciembre al 4 de mayo son casi cinco meses. En ese lapso ya se puede llegar a un acuerdo y no tener que volver a repetir el calvario de unas nuevas votaciones.
El imaginario español en el fondo continúa pensando que no hay un concepto real de patria. Un político patriota no es aquél que pretende gobernar a toda costa dejando regada, por el camino, una multitud de cadáveres. Un político patriota y con visión de Estado es aquél que comprende la generosidad y la introduce en su visión global y cosmogónica de la estructura del Estado.
Lamentablemente en España no hay muchos de esos políticos. Claro, alguno habrá; pero tengo mis serias dudas de que pueda llegar al poder. Sencillamente porque no le dejarían. En el sistema de la perversión política no se aceptan mentes brillantes y carismáticas. Pero carismáticas de verdad; estrellas, auténticos astros que poseen luz desde dentro. Esas estrellas son estrelladas, fagocitadas por la envidia y la mediocridad. Es preferible pasar con un suficiente y rodearse de otros políticos cuya calificación es de suficiente. Pero aquéllos que tienen notable o sobresaliente hay que enviarles al ostracismo, allá donde no molesten, donde el brillo de la estrella tarde años luz en llegar.
Así es como se están comportando nuestros políticos. Tienen una falta de rigor y de respeto hacia la ciudadanía, una ciudadanía que cada día pide a gritos un cambio, pero un cambio real, estructural y novedoso; un cambio que se adapte a los tiempos que vivimos y que van tan rápido como esas estrellas y su luminiscencia.
No es momento para anquilosarse. Digo yo que el poder debe ser algo extraordinario. Sin embargo, da igual cuantas elecciones haya que repetir. El problema no son las elecciones. El problema es que la clase política tiene que reinventarse.