NAIROBI. El cambio climático es un nuevo factor de tensión a tener en cuenta en los conflictos armados por su efecto multiplicador sobre otras causas como la desigualdad social o las disputas políticas, advirtió hoy la Asamblea de Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEA).

 

Por primera vez este órgano subsidiario de la Asamblea General de la ONU, que concluyó este viernes su segunda reunión en Nairobi, ha tratado en profundidad los vínculos entre el cambio climático, los conflictos, las migraciones masivas y la salud humana.

 

“Los efectos del cambio climático pueden exacerbar algunos conflictos existentes si no se toman medidas. Lo importante es cómo los gobiernos y la sociedad responden a esa amenaza”, declaró a Efe Carl Bruch, del Instituto de Derecho Medioambiental (ELI, en inglés).

 

Conflictos como los de Darfur o Siria son dos ejemplos de “guerras climáticas” en las que largos periodos de sequía tuvieron graves consecuencias sobre la economía local y produjeron un aumento del descontento entre la población.

 

El deterioro del medio ambiente no solo contribuye a alimentar conflictos latentes, sino que también tiene un gran impacto en las tareas de reconstrucción de los países afectados, tal y como pasará en Siria, según señaló el director de la plataforma Toxic Remnants of War Project, Doug Weir.

 

La guerra siria ha llevado a la destrucción de 1.3 millones de viviendas, infraestructuras, industrias químicas y refinerías, lo que genera desechos y la emisión de químicos contaminantes como el asbesto.

 

“La salud de la gente se verá dañada durante la fase de recuperación de la economía”, auguró Weir.

 

La relación entre medioambiente y conflicto es una de las 25 resoluciones que los gobiernos de 174 países reunidos esta semana en la Asamblea están ultimando en una cumbre que podría marcar un hito en la lucha global contra el cambio climático.

 

“La mayoría de resoluciones están en el último paso, pero en estas reuniones nada está acordado hasta que todo está acordado”, ironizó el director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente, Achim Steiner.

 

A pesar de que todavía hay muchos puntos de desacuerdo entre las delegaciones, Steiner calificó la UNEA de un “éxito” y confió en que las discusiones concluyan y sienten las bases de la agenda medioambiental global para los próximos años.

 

“El valor de la UNEA debería ser medido en el conjunto de las decisiones que se tomarán” y avanzó que “no tienen precedentes ni en ambición y ni en alcance”.

 

En previsión de más de un fracaso en algunas de las negociaciones, el director ejecutivo del PNUMA prefirió ser optimista: “A veces el mundo no está listo para llegar a acuerdos, pero los temas más importantes seguirán en la agenda para cuando sí lo esté”.

 

Steiner, que abandonará el PNUMA en junio tras una década al frente de la institución, considera que su mayor legado será el de haber contribuido a introducir la economía en las políticas medioambientales, uno de los temas centrales de la Agenda 2030 para un Desarrollo Sostenible.

 

La UNEA es el órgano convocado al más alto nivel en esta materia en la historia de la ONU y aspira a convertirse en la autoridad mundial en materia medioambiental.

 

Dentro de la temática global “Medio ambiente saludable, gente saludable”, la Asamblea pretende ofrecer a los gobiernos pruebas concretos sobre la relación entre la calidad del medio ambiente y la calidad de vida de la personas y poner a su disposición soluciones a corto y medio plazo para integrarlas en las políticas nacionales.

 

Con su creación, la comunidad internacional intenta reconocer al medio ambiente como uno de los grandes temas globales y situarlo al mismo nivel que la paz, la seguridad, el comercio, las finanzas o la salud. DEC