Este encantador territorio fronterizo entre Francia y Alemania, disputado a lo largo de la historia por ambas naciones y que sin duda logra una increíble mezcla de dos culturas muy distintas, reúne un sinfín de atractivos turísticos y gastronómicos. La Ruta del Vino, que cruza la cordillera de los Vosgos a lo largo de 200 km, conecta con diversas aldeas medievales productoras de vino.
Punto de partida: Estrasburgo, una ciudad entre canales
El recorrido inicia en una de las ciudades más encantadoras de Francia, Estrasburgo, cuyos canales secundarios al río Rhin son delineados por coloridas casas con entramados de madera, ventanas cubiertas con puertas, techos de teja café y flores de colores. Esta ciudad, llena de edificios históricos, tiene su propia Notre Dame, siendo ésta majestuosa y sorprendente.
En Estrasburgo vale la pena simplemente perderse por el barrio de la Petite France, rondar entre los laberínticos callejones, caminar junto a los canales de agua, ver las casas e imaginar que se vive dentro de un cuento de hadas; cruzar los puentes, ver la antigua aduana, los molinos de agua, el Quai des Ponts–Couverts, la Place du Marché Cochons de Lait, la Place Kléber, las iglesias de San Esteban, Santo Tomás y de San Pedro, o detenerse unos minutos a ver cómo pasan los cruceros por los canales a través de manipular con portones el nivel del agua.
No sólo es ésta una ciudad turística a la cual la UNESCO nombró Patrimonio de la Humanidad desde 1988, Estrasburgo es una pequeña gran ciudad francesa, sede del Parlamento Europeo y, junto con París, una de las ciudades universitarias más importantes. Es la segunda plaza bancaria del país y con el PIB per cápita más alto del país, por lo que la estructura comercial de Estrasburgo no es poca cosa y eso se refleja en una escena cultural imparable, con un teatro, una biblioteca, una orquesta, una ópera y una agenda activa de eventos.
Primera parada: Ruta del vino de Alsacia
Partiendo de Estrasburgo, la primera parada por la Ruta del Vino es en Rosheim, con la casa más antigua de Alsacia. Le siguen Ottrot, donde se produce vino tinto de sus uvas Pinot Noir, la villa de Dambach, Scherwiller y Orschwiller, con un pequeño museo del vino regional. Todas estas villas son similares y perfectas para ir paseando entre casas típicas, viñedos y degustando la gastronomía local. Sobra decir que los vinos y cervezas de la región maridan perfectamente con una exquisita gastronomía que mezcla los sabores germanos y franceses, platillos a base de Foie Gras, Sauerkraut con salchichas alemanas, milanesa con papas, mille feuilles y los tradicionales Kugelhopf.
Segunda parada: El castillo d´Haut– Koenigsbourg
En medio de la ruta se encuentra el castillo d´Haut-Koenigsbourg, junto a la aldea de St. Hippolyte, y aunque no sea el más bonito de la zona ni mucho menos de Europa, ofrece una vista panorámica de toda la región vinícola y de sus encantadores pueblos. Entre el castillo y la ciudad de Colmar podrás visitar las villas medievales de Ribeauvillé y Riquewihr, la ciudad de Kayserberg, la villa de Niedermorschwihr y la amurallada ciudad de Turckheim, donde además encontrarás muchas tiendas de souvenirs y de productos gourmet de toda la región.
La última y nos vamos: Colmar: color y encanto francés
Finalmente, te esperará uno de los rincones más pintorescos de todo el continente: la hermosa ciudad de Colmar, un pueblo medieval fortificado y que aún conserva muchas de sus antiguas iglesias, casas, callejones y puentes empedrados que cruzan el Rhin.
Colmar es similar a Estrasburgo, pero mucho más chico, ideal para caminar, comer, admirar o simplemente para iniciar una nueva aventura rumbo a Suiza o hacia su contraparte alemana, la también encantadora ciudad de Friburgo, en medio del Bosque Negro, aunque eso lo dejo para otra ruta. ¡Buen viaje!
Road Trip: Ruta del vino en Alsacia.
Ruta: desde Estrasburgo hasta Colmar, en Francia.
Duración: cuatro noches.
Coche sugerido: esta ruta marida muy bien con un Audi A6