Durante el primer trimestre del año, el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) aplicado a los cigarros superó los nueve mil millones de pesos. Sin embargo, el destino de estos recursos es incierto, debido a que no están etiquetados para un fin determinado, de acuerdo a datos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
Si bien ese monto se redujo 19% respecto a lo recaudado en el mismo período del año pasado, equivale a 15% de la recaudación por el IEPS a las gasolinas y el diésel en el país.
Fernando Ramones, especialista del CIEP, explicó que los recursos no se destinan a una bolsa específica para prevenir el consumo del cigarro o atender las enfermedades derivadas de su consumo, más bien el impuesto busca desincentivar el hábito.
“Estos impuestos se llaman pigouvianos, es decir, son impuestos que están encaminados a inhibir ciertos comportamientos que tenemos y buscamos reducir los aspectos negativos, que en este caso es un problema de salud”, comentó.
Este gravamen es un impuesto indirecto, pues si bien las cigarreras son las encargadas de presentar el pago, el costo se traslada directamente al producto y no a la producción, por lo que son los consumidores finales los que aportan este concepto al fisco.
El objetivo del IEPS sobre los tabacos labrados es que quienes compran estos productos reduzcan su consumo y la tasa de este impuesto para este año se ubica en 126% del valor de los cigarros, es decir, si el valor de una cajetilla es de 10 pesos, se pagan 16 adicionales, mismo porcentaje que se aplica para los puros y otros tabacos labrados, mientras que los puros y tabacos labrados hechos a mano tienen una tasa impositiva de 30.4%.