Otro Brexit distinto: no el que puede dejar fuera de la Unión Europea a la Gran Bretaña, sino el que saca desde este momento a los equipos ingleses de la economía del continente, los pone en otra dimensión, los eleva a inimaginables posibilidades.

 

Futbolistas de indudable calidad pero no tan reputados serán comprados por los clubes de la Premier League a precios inverosímiles. Lo anterior debido a que, ahora sí, entra en vigor el contrato de televisión más costoso en la historia de este deporte: ocho mil millones de dólares por los próximos tres años, a distribuirse entre los integrantes del torneo. Cifra como para pensar que hasta el más petromillonario París Saint Germain o los tan consolidados Real Madrid, Bayern Múnich, Barcelona, padecerán al disputar los fichajes con sus pares ingleses (ya ni hablar de los cuadros de mucho menor alcance monetario, que son la mayoría); instituciones poco destacadas de Inglaterra ingresarán más por derechos televisivos que algunos de los tiburones que arrasan debajo del Canal de la Mancha.

 

Dos ejemplos iniciales han demostrado que el listón escaló a otro nivel. Primero, la llegada del volante suizo Granit Xhaka implicará al Arsenal casi cien millones de dólares; 51 millones en traspaso y un sueldo de 8.5 millones por cada una de las cinco temporadas, colocan la operación a las puertas de la centena. Segundo, la del defensa marfileño Eric Bailly al Mánchester United a cambio de un monto que podría tocar los 47 millones de dólares (año y medio atrás, el propio Bailly había costado al Villarreal no más de 6 millones); con ese cheque por el central africano, el proyecto de José Mourinho comienza un desembolso que se estima próximo a los 300 millones de dólares.

 

¿Qué seguirá? Nuevos récords en cuotas para reforzarse, empezando por el espectacular sueldo a Zlatan Ibrahimovic, y una Premier League que ratifique su liderazgo mediático. En cuanto al liderazgo deportivo, soy de la idea de que más pronto que tarde llegará. Nadie duda que es la liga que mejor trabaja su imagen, que más mercados atrapa, que comprende el modelo de negocio, que consigue mayor competitividad, y eso tendría que traducirse en dominar el continente como hoy lo hacen los gigantes de España.

 

 

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Por si hiciera falta otro incentivo para derrochar, la coronación del Leicester lo es en dos sentidos: primero, que todos los ricos de la Premier se sienten obligados a gastar por no haber conquistado el cetro; segundo, que los humildes ven sus esperanzas reforzadas por la historia de esa cenicienta vestida de azul.

 

Ya el año pasado Kevin de Bruyne supuso 78 millones de dólares y Raheem Sterling 71. A partir de eso, las especulaciones van cargadas de ceros. ¿James Rodríguez? ¿Paul Pogba? ¿Pierre-Emerick Aubameyang? ¿Saúl Ñíguez? ¿Marquinhos? ¿Álvaro Morata? ¿John Stones convirtiéndose en el defensa más caro de la historia? Todo es posible y complicará los planes a los titanes de las otras ligas.

 

De consumarse el genuino Brexit, ese que depende del referéndum del 23 de junio, tendrán que replantearse muchas facetas de la Premier League (y, muchísimo más importante, del país en general). En todo caso, un Brexit futbolístico-económico ya opera en esas islas…, y, si no me creen, vean las cifras que se irán desatando a lo largo de este verano; Inglaterra ya está fuera de ese mercado al menos con el balón.

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