Cuando en 1950 se inauguró el Viaducto Miguel Alemán, que corre de ida y vuelta de oriente a poniente en la Ciudad de México, circulaban en toda América Latina un millón 722 mil vehículos.
En este 2016, ese mismo Viaducto sigue siendo la única vía llamada rápida que une oriente y poniente en la capital, con la diferencia de que hoy tan sólo en el Valle de México transitan 5.5 millones de vehículos.
¿Qué hicieron las autoridades de la ciudad de entonces a la fecha para mejorar la vialidad en esa conexión entre el aeropuerto capitalino y el Periférico? Simplemente durante esos 66 años borraron la rayita que dividía los dos carriles iniciales para pintar un tercero. Nada más.
La Ciudad de México enfrenta las 10 plagas, entre ellas la contaminación ambiental, desde que la capital del país se convirtió en un trampolín para las ambiciones electorales presidenciales de la oposición.
Cuando los gobernantes de la ciudad empezaron a utilizar la metrópoli como su plataforma de lanzamiento dejaron de tomar las decisiones que una urbe de este tamaño debe tener y que muchas de ellas son totalmente impopulares.
El primer soñador de la Presidencia desde la capital, y desde su oposición interna en el PRI, fue Manuel Camacho Solís. La democracia para la Ciudad de México trajo la opción de elegir a los gobernantes, pero no trajo consigo los mecanismos de control para la exigencia de resultados.
La asamblea capitalina fue un accesorio más en el momento en que un solo partido apabulló las elecciones.
Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera, todos han trabajado para ellos, para sus planes futuros. Y sus decisiones fueron en ese sentido.
Pero también sucede lo mismo con los gobernadores del Estado de México, que han sido tan laxos y permisivos con los municipios conurbados que crecen en desorden y sin que haya una autoridad estatal que se desgaste en esas zonas en un afán de hacer una mejor ciudad.
Ahí están Arturo Montiel, Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila como ejemplos de suspirantes a la Presidencia. Sólo que ahí vaya que hay contrastes en el desenlace de las historias.
El último gran cambio en las opciones de vialidad para la capital del país fue la construcción de los ejes viales por parte de Carlos Hank González, quien tuvo un impedimento constitucional para aspirar a la Presidencia.
Para bajar los niveles de contaminación, para mejorar el transporte, incluso para combatir la corrupción deberían implementar una norma emergente de verificación de los candidatos que aspiran a gobernar la ciudad para que no usen a todos los millones de habitantes del Valle de México como un escalón en sus sueños presidenciales.
Hay que eliminar los privilegios de grupo en la ciudad; por ejemplo: los taxis pirata y sus sitios irregulares, los microbuses modelo 1990, los camiones y sus paradas en tercera fila, los viejos camiones de basura, en fin. Todo lo que no cambia porque hay grupos que siguen cambiando votos por prebendas.