En los últimos meses, en América Latina se ha venido registrando un viraje de la izquierda hacia la derecha, rompiendo con una tendencia imperante en los años recientes.
Los casos más sobresalientes son el de Argentina, donde el empresario conservador Mauricio Macri relevó en diciembre del 2015 a Cristina Fernández de Kirchner, que encabezó un gobierno de centro-izquierda, pero también el de Brasil, en el cual fue obligada a hacerse a un lado la presidenta Dilma Rousseff, al aprobarse en el Congreso en mayo pasado el impeachment en su contra por irregularidades en su gestión.
Apenas el viernes pasado se confirmó el triunfo del economista peruano Pedro Pablo Kucyznski, ex funcionario del Banco Mundial, en las elecciones presidenciales del domingo pasado en Perú por apenas 0.14% de los votos, mucho menos de 0.56% con que perdió Andrés Manuel López Obrador ante Felipe Calderón en las accidentadas elecciones del 2006.
Aunque en Perú el presidente Ollanta Humala se caracterizó por políticas responsables y no se adhirió al bloque populista, procubano y provenezolano de otros gobernantes de izquierda, seguramente habrá un cambio de políticas económicas.
Sin embargo, todavía no está muy claro el panorama sobre el capítulo que sigue y pocos se atreven a pronosticar hacia donde se enfilará el desarrollo político y económico en la región.
“Sigo siendo muy cautelosa sobre el futuro de la política en América Latina. Estamos viendo un repliegue de unos partidos y dirigentes de izquierda, pero tampoco soy muy optimista sobre lo que vendrá”, afirma en entrevista con 24 Horas Laura Chinchilla, ex Presidenta de Costa Rica y actual líder de la Cátedra Latinoamericana de Ciudadanía de la Escuela de Gobierno en el Instituto Tecnológico de Monterrey.
A juicio de Chinchilla, elegida para la Presidencia en la alguna vez llamada Suiza Centroamericana, el repliegue de la izquierda en la zona “podría trabajar en favor de la adopción de políticas más dirigidas a mejorar la productividad y competitividad de nuestras economías y a una mayor integración de las mismas”.
“Los partidos de izquierda han privilegiado políticas proteccionistas, una integración más fundamentada en aspectos ideológicos y menos en aspectos sustantivos. Los cambios que se están viendo podrían mejorar las perspectivas en términos de competitividad de la región”, afirma.
“El ejemplo más concreto es la posibilidad de que con estos cambios se refuercen alianzas e integraciones como la Alianza del Pacífico y menos procesos como Mercosur, que han sido muy débiles desde el punto de vista de la integración económica”, expone la ex mandataria.
Chinchilla augura un declive del crecimiento económico en este año, basado en los pronósticos de los grandes organismos financieros internacionales, pero es optimista en torno a las perspectivas de la democracia en la región, a pesar de los populismos aún imperantes en algunos países.
En torno al populismo, Chinchilla, que gobernó Costa Rica entre 2010 y 2014, apunta que “es un mal endémico en América Latina” padecido no solo por los dirigentes de la izquierda, sino también de derecha.
En materia económica, admite que la situación sigue siendo difícil en el subcontinente en este año, pero de conformidad con las proyecciones de los organismos financieros internacionales cree que “les va a ir un poco mejor a aquellas economías fuertemente ligadas a Estados Unidos” como México y los países de América Central y el Caribe y “un poquito peor” a las del Sur, “más encadenadas a demandas de materias primas como es el caso de China o Europa”.
Chinchilla cita el más reciente informe que publicó el Fondo Monetario Internacional, Perspectivas Económicas de las Américas, de abril de este año, el cual “tiende a ser muy cauteloso sobre las expectativas de crecimiento” en la región y advierte que, debido a una serie de condiciones fundamentalmente externas América Latina se ha visto seriamente afectada.
Este reporte prevé más bien que haya “un segundo momento de contracción a lo largo del 2016, en términos agregados, de toda la región”, aunque destaca “diferencias de comportamiento en las economías de la región”.
“El momento recesivo de la región está muy jaloneado por Brasil, en particular, Argentina y México, que también ha dejado de crecer un poco, pues “las tres son las economías más grandes del continente y eso explica la situación general”, apunta.
De vuelta al tema de la democracia, Chinchilla afirma que “estamos entrando en un período de prueba para las instituciones de la región”.
Cita el caso de Venezuela, que a su juicio es el “más evidente pero no el único” –pues también está Nicaragua, por ejemplo- en donde “se ha deteriorado la libertad de expresión”, se ha restringido la independencia de los poderes del Estado y no se respetan los derechos humanos.
“Además de que la democracia todavía en muchos países no es una democracia acabada, sino con muchas limitaciones”; asegura que “se han sumado elementos adicionales en los últimos tres años” como el decrecimiento económico, los riesgos que esa desaceleración pueden generar en el plano social y el impacto que pueda tener en la situación de la población más vulnerable.
Alerta sobre el peligro de que “cada vez más” se vea a la “ciudadanía rebelándose, indignada, protestando ante situaciones que considera inapropiadas” si el crecimiento no es suficiente, y se deterioran los avances en materia de pobreza y equidad, sin dejar de contar con el flagelo de la corrupción.
“El reto que vamos a tener es si esas democracias que no son de gran calidad van a reaccionar con mayor o menor democracia ante la protesta ciudadana. Estamos en un momento de transición en el que se van a poner a prueba las instituciones de la democracia latinoamericana”, subraya.
Al referirse a Venezuela, donde la situación se deteriora día a día y parece encaminarse hacia una emergencia humanitaria, con el riesgo latente de un golpe de Estado, cuestiona a los países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), por haberle dado “oxígeno al gobierno del presidente Nicolás Maduro, en demérito de las graves condiciones que está viviendo el pueblo” de ese país lo cual considera “muy grave, porque lo que requiere en este momento Venezuela es una salida lo más inmediata posible”.
“Se está hablando de diálogo por parte de Unasur, una cosa buena, pero hasta donde hemos visto éste parece estar siendo utilizado por el gobierno del presidente Maduro para simplemente prolongar la posibilidad de ir hacia el referendo revocatorio en el año 2016”, dice. La ex mandataria recuerda que si esta consulta no se convoca en ese año, sus efectos para el 2017 “no serán iguales”.
Afortunadamente considera, que por lo menos, la Organización de Estados Americanos (OEA) está “contrabalanceando el papel de Unasur de relativo favoritismo sobre Maduro”, en referencia concretamente al informe del secretario general, el uruguayo Luis Almagro, quien ha puesto en evidencia la grave situación en Venezuela generando “un efecto de mayor preocupación a nivel internacional”.
Este es el panorama que promueve ahora discursos preocupados del liderazgo latinoamericano, y aunque el resultado no sea óptimo, al menos el consejo permanente de la OEA en la presentación del informe tuvo que referirse al tema de Venezuela y ese es ya un paso sin precedentes. Hablar de Venezuela se está convirtiendo en un imperativo por parte de los distintos gobiernos y los organismos de la región.
La ex jefa de Estado costarricense dice que el hecho de que los gobiernos en el seno de la OEA hayan insistido en la necesidad de discutir el tema de Venezuela como se hizo hace más de una semana, “es un avance” en términos de “prestar más atención e involucrarse” en el tema, aunque dijo que “no todo el que se quisiera”.
Almagro invocó el 31 de mayo pasado la Carta Democrática de la OEA y convocó a una reunión urgente para este 10 de junio a fin de discutir la crisis en Venezuela que podría culminar con la exclusión de ese país de este bloque hemisférico.
Chinchilla establece que “la gran apuesta es el diálogo” y “en tanto no se ponga en evidencia el fallo” de este recurso “se tendrá que seguir apostando” al mismo, en el cual existe el aval de la propia oposición.
“Ni los países ni los gobiernos pueden ir más allá de lo que los ciudadanos quieran hacer. La etapa del diálogo puede traer el riesgo de provocar todo lo que el gobierno quiera, como los tiempos de la convocatoria al referéndum. Será la oposición venezolana y los países amigos o conscientes del problema democrático los que pondrán en evidencia el tema de si el diálogo avanza o no”, advirtió.
En torno al deshielo entre Estados Unidos y Cuba, seguido del restablecimiento de las relaciones diplomáticas afirmó que “generó un efecto en el resto de la región, disminuyendo tensiones entre América Latina y Washington”.
Advierte que el primer efecto que va a hacerse evidente será de tipo económico, por cuanto en buena medida detrás de esta reanudación subyace la intención de “llevar inversiones a la región, explorar el mercado cubano, que está muy virgen en muchos temas”.
Sin embargo, alerta sobre el excesivo triunfalismo y dice que sigue preocupada por el tema político, debido a que Cuba sigue padeciendo “niveles restrictivos en lo esencial” y el reciente Congreso del Partido Comunista acordó “mantener cierto control por parte de los dirigentes de siempre” lo que significa que “sigue habiendo dificultades para algunos dirigentes de expresarse bajo todas las condiciones que una democracia permite”.
“En el plano político es donde creo que el rezago va a seguir existiendo a pesar de que cada vez será más difícil para el gobierno de Cuba acallar las aspiraciones de libertad de su pueblo”, señala.
En la entrevista, no puede dejar de referirse a la virtual nominación de Hillary Clinton como candidata demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, que de ganar sería la primera mujer en acceder al cargo, pues ella misma fue la primera presidenta de Costa Rica en la historia y una de las primeras en América Latina.
“Es un hito en la historia de los derechos civiles en Estados Unidos. Además dada la trascendencia de la Presidencia de Estados Unidos, es un poderoso mensaje para el resto del mundo en favor de los derechos políticos de las mujeres y la identidad de género”, señaló. No obstante, advierte que viene la parte más compleja que es la carrera hacia la “conquista” del cargo donde “finalmente se pondrá a prueba el hecho de si los Estados Unidos terminan de romper los techos de cristal eligiendo a su primera mujer como presidenta de ese país”. Chinchilla establece la abismal diferencia entre Hillary y su contrincante republicano Donald Trump.
“El contraste no puede ser más elocuente: una mujer de gran experiencia en materia de gobierno y políticas públicas, de una gran solidez intelectual y sensata, que ha cultivado un pensamiento humanista, enfrenta a un energúmeno, del cual es difícil concebir que si tuviese enaguas en lugar de pantalones hubiera llegado a donde ha llegado”, expone.
Por ello, auspicia que el pueblo norteamericano “termine privilegiando el voto a favor de Hillary no solo porque es mujer, sino porque tiene las condiciones necesarias para gobernar un país como Estados Unidos”.
En particular sobre Trump, rechaza que el magnate del ladrillo haya “conectado mejor” con los votantes y afirma que este caso muestra “cómo los populismos en América Latina se están extendiendo más allá de nuestro continente, en Estados Unidos y Europa”.
“Es muy triste saber que una cosa tan negativa como el populismo sea contagiosa y otros pueblos estén dispuestos a votar por una persona, no por sus principios o sus valores, sino por el hecho de si conecta o no pegando gritos con la gente o haciendo de la política el circo de los reality shows que la gente parece haberse acostumbrado a ver”, asegura.
Es verdad que la izquierda en la región esté replegándose, pero el populismo surge como la nueva amenaza, sea de derecha al estilo de Donald Trump o de izquierda a la manera de Hugo Chávez, o su sucesor Nicolás Maduro, porque en política los extremos se juntan.