Me encanta ésta época del año porque todos, casados, solteros y viudos, buscan el amor. Menos mal que no somos japoneses, porque estaba leyendo que cada día les importa menos el sexo y las relaciones sentimentales; ellos prefieren hacer origami, por ejemplo, ya saben, esas figurillas de papel plegado.

 

En México, primero el corazón y luego todo lo demás. Por eso hoy quiero presentarles a los más enamorados del momento: ¡Consuelo Duval y el senador Javier Lozano! Bueno, cada uno por su lado, pero derraman miel.

 

En la portada de la revista más famosa del corazón aparece Javier Lozano con la bonita frase: “Tener a mi lado a alguien como Desirée, en quien puedo confiar, abrirme y llorar, es una maravilla”. Es que acaba de estrenar novia y se ve feliz, enseñando la mazorca completa. Lo anterior me parece precioso, lo único que me intriga es: ¿por qué llora Lozano? ¿sufrirá mucho? Según sus cercanos es súper sensible y suelta lagrimones hasta con la música clásica. Que cuando el director menea la batuta y entran los violines, él se suelta “sniff, sniff”. Yo opino que eso de los llantos debe controlarse, sobre todo cuando pasas a la tercera base y ya te vieron desnudo. O te encueras o lloras, no se pueden hacer las dos cosas a la vez o quedas muy mal.

 

Sólo deseo que en el amor el panista sea más estable y no cambie de partido, porque conozco a Desirée y merece un hombre bien portado y fiel. Ya se encargará ella, que es asesora de imagen, de alivianarle el look y el carácter, porque a veces se pone colérico y eso arruina cualquier buen traje.

 

Sé que pensarán que lo que debería preocuparme es que las cosas en el Senado vayan mejor y si se lanza o no como gobernador de Puebla, pero yo creo que mientras haya amor -¡y orgasmos!- hay ilusión. Y un hombre ilusionado rinde mejor en la chamba, dicen. Dicen. Al menos ya podrá tachar en su lista de pendientes el “besar a una rubia”.

 

Por su parte, Consuelo Duval está que no la cree porque, una vez más, encontró al hombre de su vida. Es lo que me gusta de la actriz: a pesar de los descolones sigue creyendo en el amor.

 

La parte fantástica de la historia es cómo conoció al nuevo galán. Resulta que salió con amigas y de pronto vio a un señor que le provocó mariposas –instantáneas– en el estómago, así que decidió ¡huir! En lugar de colgársele del cuello, tipo mujer fácil como Dios manda, corrió en sentido contrario, se subió al coche y escapó.

 

En plena fuga empezó a sonar en su iPod una canción de amor increíble, ponle “love is in the air, everywhere I look around”, así que pensó que la rola era un mensaje divino ¡y se regresó a buscar al desconocido! ¿No les encanta? Es lo que llamo el sistema musical aleatorio del destino. Claro, el desenlace hubiera sido diferente si la canción fuera, por ejemplo, “rata de dos patas, animal rastrero” de mi Paquita.

 

¿Para qué perder el tiempo si la vida es tan corta? Total, te enamoras, tienes un poco de sexo –o mucho– y si al final no era, te disculpas y te vas. Como la gente decente.