Tenemos la inquietud de saber por qué el inversionista extranjero en mercados ha disminuido sus posiciones en instrumentos de deuda en México.
Por un lado, las condiciones de incertidumbre a nivel internacional generan una primera respuesta. La incertidumbre sobre el crecimiento económico mundial, cuyas expectativas han ido cada vez a la baja, mantiene una alta volatilidad en divisas, materias primas, tasas de interés y bolsas. Sin embargo, si consideramos de 2014 a la fecha, la depreciación del peso mexicano asciende a 44%, mientras que el real brasileño asciende a 37% en el mismo período. Quiere decir que a pesar de la condición recesiva que vive la economía brasileña, estamos viendo un traslado de inversiones de México a Brasil. Esto significa que el inversionista extranjero no ve condiciones estables con las tasas en México y prefiere dirigirlo hacia tasas de interés más altas y que inclusive incluyen un pago de impuesto por “entrada”, pero que al final le otorga un mayor rendimiento en dólares.
Por otro lado, estamos viendo presiones reales sobre la inflación en México. El anuncio del Gobierno federal de aumentar el precio de la gasolina y la electricidad afectará en mayor medida los costos de producción y la propia rentabilidad de las empresas que junto con la depreciación del peso mexicano están, poco a poco, trasladando los precios al consumidor final.
Si a todo esto le sumamos las condiciones fiscales deficitarias que mantiene el Gobierno federal, nos damos cuenta que estamos en un círculo vicioso, ya que el Banxico tiene que cuidar el riesgo contra la inflación.
Así, en lo que va del año, la tenencia de extranjeros alcanza una salida equivalente a los 12 mil 862 millones de dólares. El principal rubro de disminución es en los Cetes que, con tasas de interés en 4.25% y una depreciación del peso mexicano en este momento de 9.2%, refleja pérdidas en las inversiones extranjeras. La parte de bonos registra un crecimiento mínimo de 0.97% en lo que va del año. Con todo y que estos instrumentos otorgan un pago de intereses anuales entre 4.50 y hasta 10%, le son insuficientes ante la aversión al riesgo y que la fluctuación de tasas internacionales ha requerido aumentar el “spread” o la diferencia entre bonos mexicanos y americanos.
Un aumento en la salida de inversión extranjera y una presión sobre la inflación son las variables que hoy le pesan al Banxico para incrementar la tasa de interés. Por ello, es probable que sigamos viendo más aumentos en la tasa de referencia en lo que resta del año y, por ende, un mayor costo de la deuda para el Gobierno federal y la sociedad.
El efecto de un aumento en el costo del dinero hará que el gasto y la inversión disminuyan en nuestra economía y, por lo tanto, es altamente probable que veamos una baja en el ritmo de crecimiento de la economía mexicana en el segundo semestre del año.
El problema es de tiempo, y por ahora el tiempo juega en contra de la estabilidad de las condiciones macroeconómicas en nuestro país.