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En los últimos 40 años, el mundo ha cambiado de manera brutal en todos sentidos, y el mundo del cine no es la excepción. Lo que a mediados de los años setenta era una novedad, capturaba y hacía volar la imaginación de los cinéfilos, hoy simple y sencillamente no funciona. Sería largo y complicado hacer un análisis aquí del impacto que ha tenido la tecnología en el gusto y manera de ver no sólo el cine, sino la vida misma, en las generaciones actuales, pero es innegable que las grandes audiencias (el público en general, no quienes buscan un cine más independiente o “culto”, por llamarlo de alguna manera) actualmente se han vuelto más cínicas, son  menos ingenuas y tienen un gusto más, digamos, desechable y limitado.

 

Lo de hoy son las películas de superhéroes y una que otra animada. Eso es lo que mete dinero en las taquillas y lo que la gente quiere ver en una pantalla grande, independientemente de su calidad, de sus estrellas o del responsable de dirigirlas. Hemos llegado a una época en la que el cine comercial se ha vuelto algo cada vez más parecido a la fast food: véase, digiérase rápido y olvídese, con muy pocas cintas convertidas en fenómenos de la cultura popular.

 

¿Ejemplos? De las 10 películas más taquilleras de este año, hasta la fecha, cuatro son de superhéroes (Capitán América: Guerra Civil, Deadpool, Batman v Superman y X-Men: Apocalipsis); cuatro son animadas (Buscando a Dory, Zootopia, Kung Fu Panda 3 y The Angry Birds Movie); un remake (El Libro de la Selva) y una secuela (El Conjuro 2).

 

Lo anterior viene al caso por el fracaso que, al menos en Estados Unidos, tuvo durante su estreno la más reciente película del cineasta que inventó hace poco más de cuatro décadas los blockbusters: Steven Spielberg. Su filme The BFG (que en México se llamará El Buen Amigo Gigante), no fue bien recibido por la gente a pesar de que las críticas en general han sido positivas y de que está basado en uno de los cuentos más queridos de Roald Dahl. Pero no, una historia acerca de un terrible gigante come-humanos que se vuelve bueno tras conocer a una pequeña simplemente no es el tipo de cosas que el gran público quiere ver en la pantalla grande.

 

¿De quién es la culpa? Díficil saberlo. The BFG tiene, en el papel, todo para ser un trancazo (habrá que ver cómo le va a la película a nivel mundial, donde Spielberg todavía es considerado garantía de éxito): está producida por el todopoderoso estudio Disney, dirigida por Spielberg, estelarizada por el reciente ganador del Oscar (Mark Rylance), escrita por la responsable de la historia de E.T. (Melissa Mathison) y con más de 70% de críticas positivas en el sitio Rotten Tomatoes.

 

Entonces, ¿qué pasa con el otrora Rey Midas de Hollywood? Quizá sea que Spielberg ha crecido y su audiencia junto con él. Antes era capaz de dejar boquiabierto al mundo con historias como la de un feroz escualo blanco que aterrorizaba a un poblado (Tiburón), con su visión emotiva y amigable de los seres extraterrestres en la Tierra (Encuentros Cercanos del Tercer Tipo y E.T.), renovando el viejo cine de aventuras (Indiana Jones) o devolviendo a la vida a los dinosaurios (Parque Jurásico). Era otra época, una en la que todavía se podía creer en lo imposible.

 

La realidad es que Spielberg se ha convertido desde hace ya muchos años en un cineasta más preocupado por llevar historias reales y humanas a la pantalla que por entregar un producto para el consumo masivo, con ejemplos como Munich, Caballo de Guerra, Lincoln o El Puente de los Espías. Al menos en su calidad de director, pues como productor todavía es capaz de meter cientos de millones de dólares en taquilla (Mundo Jurásico o la saga de Transformers).

 

Siendo honestos, y si se analizan sus números en taquilla (claro, sin tomar en cuenta la inflación desde que comenzó su carrera a la fecha, porque entonces estaríamos hablando de otra historia), Spielberg nunca ha tenido las mejores aperturas de la historia. El total acumulado de sus películas como director es de cuatro mil 277 millones de dólares, con un promedio en taquilla por película de 142.5 millones de billetes verdes, y ocupa el puesto número 20 en cuanto a estrenos (normalmente los tres primeros días de la corrida comercial de un filme) con 28.9 mdd.

 

Si se toma en cuenta la inflación, sus filmes han generado más de nueve mil millones de dólares y el promedio de lo que recaudan es de poco más de 300 millones. Ahí sí la diferencia es enorme con sus más cercanos competidores: Peter Jackson y James Cameron.

 

Pero eso no es de lo que habla la gente, sino de lo que una película gana en taquilla en la actualidad. Y ahí el resultado de The BFG ha sido, hasta el momento, decepcionante. De sus últimas cinco películas, sólo una, Lincoln, ha sido un blockbuster (generando más de 100 mdd en la taquilla de EU y Canadá). Por eso diversas revistas y especialistas se cuestionan si Spielberg ha perdido ese famoso toque de oro o, peor aún, si su cine sigue siendo relevante.

 

No, The BFG no es su peor apertura. Ese honor corresponde a Always, con 3.7 mdd en su fin de semana de estreno, aunque cabe aclarar que se toman en cuenta sólo estrenos con más de mil salas, porque muchos de sus filmes se han estrenado incluso en menos de 20. Always se estrenó en mil 16 cines, contra tres mil 357 de The BFG. Pero tomando en cuenta eso, estamos ante el posible mayor fracaso de Spielberg desde 1979, cuando estrenó la fallida 1941.

 

Estamos viviendo una época en la que las salas de cine se llenan por una marca y no por el nombre de un actor o director. Ahora la gente va a ver a los superhéroes simplemente por ser ellos, más allá de si la historia es buena o mala o de quién les dé vida. Capitán América o Iron Man pueden ser interpretados por otros actores y el resultado seguramente sería el mismo. Pero nombres que antaño eran garantía de taquilla, como Tom Hanks. Will Smith o hasta el infumable Adam Sandler, ya no lo son más.

 

¿Es injusto que a The BFG le esté yendo mal? Probablemente, pero es lo que me lleva al inicio de la columna: los gustos de la gente son diferentes ahora, casi impredecibles. Si bien filmes como Batman v Superman y X-Men: Apocalipsis están entre los más taquilleros del año, la realidad es que ambos hicieron mucho menos dinero del que esperaban sus respectivos estudios justo porque no tuvieron buena recepción por parte del público, conformado en su mayor parte por menores de 25 años que, aparentemente, sólo quieren ver superhéroes de Marvel en el cine o películas de Pixar o a los Minions.

 

A Spielberg las generaciones actuales lo conocen más por sus películas serias o históricas que por haber cambiado el cine durante los setenta y ochenta. Los millennials desconocen que gracias a él y George Lucas el cine comercial cambió para siempre, y que sin sus películas no existirían ahora las cintas de superhéroes.

 

Pero no. A pesar de que Spielberg es de los pocos cineastas arriba de 60 años que tratan de adaptarse a las nuevas tecnologías (muy pocos lo igualan o superan en cuanto al uso de efectos especiales), las nuevas generaciones lo ven como alguien pasado de moda. Seguramente eso cambiará cuando Spielberg estrene su versión de Ready Player One en un par de años, pero esa es otra historia.

 

Decir que Spielberg ya no tiene éxito es relativo. Sus últimas cuatro películas han recibido, en conjunto, 25 nominaciones al Oscar, así que si de prestigio se trata, sigue más fuerte que nunca. Pero llama la atención que a un filme familiar como The BFG, basado en un cuento de Dahl (cuyas obras adaptadas al cine tampoco han sido nada espectaculares en cuanto a ingresos), le esté yendo tan mal, al menos en EU. La marca Spielberg, que otrora por sí sola era la que atraía al público a las salas, ha evolucionado y, junto con ello, ha dejado de tener relevancia para los cinéfilos jóvenes. El Rey Midas de Hollywood ha sufrido un golpe más al ego que al bolsillo, pero todavía falta mucho para saber si en realidad ha perdido el toque. Al tiempo.

 

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