Lo que iba a ser un viaje de despedida con todos los honores, se convirtió en otro de ping-pong, boleto. El presidente Obama acortó significativamente su viaje a España por la tragedia de Dallas.
El domingo pasado iba a visitar Sevilla y después viajaría a la base hispano-estadunidense de Rota en Cádiz. Finalmente iba a llegar a Madrid. De las 48 horas que iba a pasar en España, todo quedó comprimido a menos de 24.
Más allá de la curiosidad de Obama por ver Sevilla, en el fondo su visita a la capital hispalense no era más que una excusa. Su cercanía con la base aeronaval de Rota en Cádiz era perfecta.
Porque la importancia de la visita del presidente Obama a España no era ni Sevilla, ni Madrid, ni el Rey, ni el presidente Rajoy, ni mucho menos los mediocres líderes de los principales partidos políticos con los que iba a mantener un breve encuentro. Y lo fue breve de verdad. Diez minutos duró su reunión con Pedro Sánchez del Partido Socialista, Albert Rivera de Ciudadanos y Pablo Iglesias de Podemos.
El motivo principal de la visita de Barack Obama tenía que ver con la Defensa. Por eso la importancia de su presencia en la base militar hispano-estadunidense, ubicada en el sur de España.
Ésta es una de las bases militares fundamentales que Estados Unidos tiene diseminadas por el mundo. Primero, porque está ubicada en la conexión entre el Atlántico y el Mediterráneo. Eso a Estados Unidos ya le confiere un poder. En esta base hay cuatro destructores que forman parte del escudo antimisiles, además de tres mil familias de militares que viven allí. Es un pequeño Estados Unidos en suelo español.
La base de Rota ha significado, ya desde la guerra del Pérsico I en 1990, el puente crucial para abastecer a los cazas que iban a bombardear Irak o Kuwait.
Rota ha servido posteriormente para golpear a las posiciones del DAESH en Siria e Irak.
También desde Rota se controla todo el norte de África. Especialmente lugares tan sensibles como Libia, algunos puntos de Egipto, Túnez o Marruecos, donde en la parte norte de este último país, Al-Qaeda del Magreb islámico es dueña y señora y va como un sheriff captando a pobres infelices para convertirlos en terroristas en su lucha contra Occidente.
Por eso Rota también es fundamental. Cualquier atentado del DAESH a gran escala en alguna parte de Europa –tarde o temprano también pasará– puede coadyuvar a ser repelido por la cercanía y rapidez de los cazas que se encuentran en esta base.
La base militar que tiene Estados Unidos en Alemania es muy importante por su cercanía con Medio Oriente. Ésa es otra de las niñas bonitas de Obama. La que tiene en Turquía, Incirlik, que tantas veces se ha utilizado desde la primera guerra del Golfo, y a pesar de estar a escasos kilómetros de Siria e Irak, no es para los Estados Unidos la más confiable. El Presidente turco, Erdogan, ha jugado al gato y al ratón con la OTAN y especialmente con todos los países que luchan contra el DAESH. Es de sobra conocido cómo su frontera con Siria ha sido la puerta a la financiación del DAESH a través del petróleo que consigue en su todavía bastión en la ciudad de Mosul, al norte de Irak.
Sin embargo, ese flirteo de Turquía con el DAESH, y al mismo tiempo con los países aliados contra el yihadismo, es lo que le valió el atentado que sufrió en el aeropuerto de Estambul.
Obama podría haber suprimido todo su viaje a España. Dallas y decenas de ciudades estadunidenses viven el rencor interracial todavía. Pero aun así, el Presidente norteamericano no podía permitirse el lujo de cancelar su visita a la base aeronaval de Rota en Cádiz. Eso no, la seguridad estadunidense y mundial es prioritaria.