Ruta: desde Montreal hasta Mont Tremblant, cruzando las Laurentides.
Duración: seis noches.
Coche sugerido: Mini Cooper Countryman.
Objetivo
Puedo resaltar cinco razones, entre muchas, por las cuales elegir esta ruta: 1) Durante el verano los parques de Montreal se llenan de festivales que inundan las calles de color, música y alegría. 2) Las mejores rutas ciclistas del hemisferio norte –y ésta es una de ellas– abren sus pistas. 3) La ruta agrícola del Chemin du Terroir ya ha dado sus mejores cosechas, convirtiéndose en un delicioso recorrido por las granjas productoras de Quebec. 4) Las ballenas Beluga han llegado a divertirse en el delta del río San Lorenzo. 5) Air Canada, la aerolínea más amigable del mundo, opera en esta temporada un vuelo diario entre la Ciudad de México y Montreal.
Punto de partida: Montreal, sabor europeo en Norteamérica.
Cuando no queda más hielo en el San Lorenzo, los barcos empiezan a navegar, las personas salen a remar en sus kayaks y los surfistas deciden montar las olas del caudaloso río. Pocos lugares son tan cautivantes como el viejo Montreal, con una increíble esencia europea que se forma entre callejones y casonas de piedra que alojan galerías, boutiques y exquisitos restaurantes. Por supuesto que una visita a la catedral de Notre Dame es imperdible, siendo ésta incluso más sorprendente por dentro que por fuera, y el museo Pointe-a-Calliere.
Las compras son otro gran pretexto para visitar Montreal en verano. En Rue St. Catherine se encuentran las grandes tiendas de cadenas transnacionales, mientras que en St. Denis o el barrio latino están las tiendas de diseñadores locales, de artículos de decoración, antigüedades y mucho más.
Montreal se saborea. Desde restaurantes multipremiados hasta Foodtrucks, los sabores de la diversidad cultural hacen gala de una diversa escena de comida japonesa, vietnamita, hindú, afgana, francesa, suiza, etcétera. Encuentra los orígenes del bagel en las tradicionales Bagels St-Viateur o Bagels Fairmount del barrio Mile-End; recorre el mercado de Jean Talon en busca de productos locales; y por último, recorre la ruta de la cerveza en el Latin Quartier con las micro cervecerías que te permitirán maridar cerveza artesanal con platillos locales como el Poutine; algunas recomendables son Brasseurs de Montréal, Benelux o Brutopia.
Primera parada: Las granjas de las Laurentides.
Un par de horas rumbo al norte se encuentran las Laurentides, una enorme región de montañas que alojan a algunos de los sitios preferidos por los locales para esquiar: Saint-Sauveur, Sainte-Anne, Sainte-Adele, y que en esta época del año ofrecen actividades como rafting, kayak, pesca, spas nórdicos y todo tipo de actividades de montaña.
Aquí se encuentra la ruta gourmet de agroturismo por las granjas locales llamada Chemin du Terroir, donde se encuentran algunos de los más famosos productos orgánicos de la región como miel de maple, frutas, verduras y más. Una de las actividades favoritas de la región es la ruta Le P’tit Train du Nord, que consiste en una pista de 230 kilómetros rescatada de antiguas vías de tren, ahora acondicionadas para que ciclistas de todos los niveles puedan recorrerla en medio de impresionantes parajes naturales y con todas las comodidades y servicios necesarios.
La última y nos vamos: Mont Tremblant, la reina de las Laurentides.
Por su influencia francesa, la villa alpina de Mont Tremblant es simplemente encantadora. Ubicada entre lagos, montañas, casas coloridas, extraordinarios restaurantes y más viajeros que turistas, en esta época del año las pistas de Tremblant se acondicionan para el ciclismo de montaña, el senderismo, para el avistamiento de especies y para una de las tirolesas más espectaculares del planeta. El lago de Tremblant, por supuesto, también se llena de actividades acuáticas y el Parque Nacional homónimo, situado a pocos kilómetros de la villa alpina, es uno de los grandes santuarios naturales (con más de mil 500 kilómetros cuadrados) que existen dentro de un país que ya es de por sí una autentica reserva natural.