Este fin de semana me tomé una foto con el Bronco, porque luego si llega a Presidente el Estado Mayor ya no te deja acercarte. Soy una mujer muy previsora. Leí en una encuesta que Jaime Rodríguez está a la cabeza entre los posibles candidatos independientes en el gusto de los electores. Y debo decir que fui testigo de su popularidad en una fiesta vinícola (léase alcohólica) donde coincidimos en Guanajuato. Mi medición es empírica, pero contundente: los asistentes se emocionaron mucho con su llegada (el Cristo del Cubilete no me dejará mentir).

 

Estábamos felices entre el vino tinto que corría generoso, la paella, unos cortes deliciosos –para entender el maridaje– y con unos cantantes de ópera que (des)animaban el evento, cuando entró Jaime Heliodoro y les robó el show; nadie se acordó del “oh sole mío”. Fotos, abrazos, saludos y besos demostraron que, por lo menos en Silao, la gente quiere al gobernador de Nuevo León. ¡Salud! En mi mesa habíamos trazado un plan para apoderarnos del Bronco y compartirle nuestro ate con queso, pero con tantos seguidores no se pudo.

 

Con el que sí pudimos convivir fue con el senador Javier Lozano, que también anda en plena campaña (por Puebla) pero no causó tanto furor como su ex compañero del PRI. Tal vez porque iba acompañado de su novia Desiré y entonces los amantes del vino se le acercaban con menos enjundia. Por cierto, la pareja sigue enamoradísima y están en la mejor etapa: lo noté porque se tomaban selfies en el avión y se besaban con los ojos cerrados durante la turbulencia. ¿No es precioso?

 

Además, supe que se hospedaron en dos hoteles distintos (juntos, claro) para ponerle más sabor al caldo y sentir diferentes ambientes. Primero en la ciudad y después en el campo.

 

Cuando le pregunté a Lozano qué le había gustado más de la vendimia, contestó sin pensar que “¡los fuegos artificiales y el chicharrón prensado!” En ese orden. Les digo: el hombre es un romántico.

 

Antes de ir a la cata encontré en el hotel al actor nominado al Oscar, Demian Bichir, que recibió un homenaje en el Guanajuato International Film Festival, escenario que aprovechó para presentar su nueva película 7:19, en la que personifica a un hombre que se queda atrapado en los escombros del terremoto de 1985. Un dramón. Y yo que ando en plan tan ligero, por poco y no nos entendíamos.

 

Mientras se tomaba un mezcal con sopa de tortilla (puede sonar como información inútil, pero no lo es), me contó que estaba muy emocionado por el tributo, pero que si lo notaba un poco lento es porque traía un jetlag impresionante, pues venía de filmar Alien: Covenant en Australia con Ridley Scott y Michael Fassbender (¡wow!), que le encantó trabajar con Tarantino, que sigue feliz con su novia canadiense (cumplieron cinco años de relación), que su papá está repuesto de un susto cardíaco que sufrió y que Japón era el país invitado al festival. Este último dato me sirvió mucho porque me daba miedo calcular por qué había tantos orientales en la tierra de José Alfredo Jiménez.