Lo único que no puede hacer el Gobierno federal es querer negar la paternidad del par de gasolinazos que hemos resentido en estos meses.
Echarles la culpa a los mercados internacionales puede funcionar para el jitomate, pero cuando el precio de venta de un producto monopolizado es controlado y anunciado por la Secretaría de Hacienda es muy difícil echarle la culpa a las fuerzas irracionales del mercado.
En México no han sabido manejar históricamente los precios de los energéticos, porque hasta hace poco tiempo formaban parte del ADN de la mexicanidad.
Entre los componentes del precio de las gasolinas en México está, por supuesto, el precio de importación o producción, los gastos de operación, los márgenes de ganancia y los impuestos.
Pero entre los componentes más intangibles para los consumidores están las pérdidas por robos y hasta el mal manejo macroeconómico que nos ha costado una depreciación cambiaria mucho mayor a lo que podría ser prudente.
Hay tratados completos de cómo la dependencia petrolera, la renuncia a un esquema tributario más homogéneo y los costos del rescate público a las empresas públicas energéticas explican buena parte de la depreciación cambiaria.
Y el dólar caro tiene todo que ver con las gasolinas caras de estos tiempos. Hoy la gasolina cuesta en Estados Unidos dos dólares por galón. Esto implica que a razón de 19 pesos por dólar, se desembolsarían 9.50 pesos por litro.
En uno de los peores momentos de los precios altos del petróleo, cada galón costaba cuatro billetes verdes en Estados Unidos, pero teníamos por aquellos días de 2007, dólares a 11.50 pesos. Así que para nosotros la gasolina en litros y en pesos costaba poco más de 11 pesos el litro.
En ese entonces cualquier diferencia entre el precio de mercado y el precio al público en México se pagaba con los recursos del gasto público.
¿Pero se imagina que el costo de las gasolinas suba, como consecuencia de la recuperación del precio del petróleo, hasta 3.50 dólares por galón y con un tipo de cambio de a 20 pesos por billete verde? Le ayudo con la operación matemática: ¡17.50, el litro!
Este año ya no puede subir más el precio de las gasolinas porque los legisladores impidieron los planes del Gobierno federal de ampliar más la banda de flotación de los precios o de plano adelantar la liberación de sus costos al consumidor. Lo toparon a 3%.
Era plan del gobierno tener más margen para el aumento y se frenó. Pero eso no podría ser contenido en los próximos años porque la reforma energética prevé la liberación del precio para 2018.
Y está claro que es de interés gubernamental tener cualquier impacto en precios en los primeros meses de 2017 y no de 2018, por razones electoralmente obvias.
Pero con la enorme carga de impuestos que tienen las gasolinas en México, con una posible recuperación de los costos del petróleo y con los dólares tan caros y sin expectativas de recuperación para el peso mexicano, tenemos hoy unos precios que podríamos extrañar en los años por venir.