A las oficinas de la Secretaría de Hacienda llegaron unas flores con un mensaje de agradecimiento por la baja en los precios del gas licuado de petróleo (LP) a partir de mañana. La tarjeta no traía firma, pero se cree que el hermoso regalo puede ser de parte de algún integrante de la junta de Gobierno del Banco de México.

 

Y no es para menos. Esa baja discrecional del precio de este energético de uso tan extendido en los hogares mexicanos ayudará a disminuir las presiones inflacionarias durante esta segunda quincena de agosto.

 

Es una baja por decreto que tiene tatuada la leyenda de temporal. No hay definición de cuánto tiempo se mantendrá el precio del kilo del gas LP en 11.55 pesos por kilo.

 

Hasta hoy el kilo cuesta 12.83 pesos. A partir de mañana valdrá 1.28 pesos menos, lo que implica una inédita disminución de 10%. Así que el consejo es que hoy no cambie sus cilindros ni llene su tanque estacionario.

 

No hay duda que el mercado energético está en una etapa de transición que arroja episodios caóticos y contradictorios como un incremento fuerte en las gasolinas y una baja fuerte en el gas LP, y ambos con el argumento de los precios de los energéticos.

 

Pero son ensayos rumbo al libre mercado que tienen que afinarse, y con muchas correcciones por delante.

 

Por ejemplo: en el precio del gas LP, los 11.55 pesos por kilo vigentes a partir de mañana es un precio máximo. Esto implica que las diferentes empresas privadas que hoy compiten libremente con Pemex, desde la importación hasta la distribución, podrían dar un precio inferior al consumidor.

 

No es un mercado sencillo; hay diferencias entre las empresas del sector. Se llevan tan pesado que hasta patrocinan periodicazos para atacar a la competencia y a la autoridad. Pero al final, lo único cierto es que muchos acaban poniéndose de acuerdo para dar exactamente el mismo precio.

 

Llegar a un mercado realmente libre es un gran reto en un país como éste, donde hay muchas coincidencias entre competidores. Hay muchos productos que suben un día de precio y al siguiente la competencia hace lo mismo. Sobre todo en los mercados dominados por duopolios.

 

Por lo pronto, la baja temporal del precio del gas LP ayuda a la medición inflacionaria general. Su alta ponderación inflacionaria recompondrá los pronósticos de la inflación general de vuelta a 3%. Esto implicará menos presión para la autoridad monetaria que podría tomar con más calma el aumento en las tasas de interés.

 

Y claro está que un banco central más relajado ayuda a una autoridad fiscal presionada por sus obligaciones financieras.

 

Bien harían en cacarear más desde Hacienda la baja en los precios del gas. Será difícil que le gane al escándalo que genera un gasolinazo, pero es importante dejar claro que en un mercado abierto como el que se implementará con el gas LP en menos de cinco meses, las variaciones al alza y a la baja serán habituales.