Estoy un poco nerviosa. Si todo va bien, la próxima semana acudiré a una cena completamente desnuda. ¡Soy como Justin Bieber! (o sea, estoy a punto de abrazar el destape). La cena será en un restaurante de la colonia Roma y el objetivo principal no es pornográfico, sino conocernos sin tapujos ni inhibiciones, seguros de nosotros mismos y libres, en armonía. Todo lo anterior me parece precioso, sólo me preocupa que los pagos son en efectivo y no se me ocurre dónde guardar el dinero. ¿Alguna idea?

 

Me enteré del evento gracias a una revista y quiero acudir por dos razones: la primera es para ver si a los demás les interesa mi cuerpo (pienso iniciar un negocio relacionado con mis curvas y necesito semblantear el mercado), y la segunda, por si me encuentro a algún famoso y/o político para dedicarle una columna aquí.

 

Por favor, recen para que aparezcan Andrés Manuel, Osorio Chong (sería un desnudo oriental) o Margarita Zavala. Así podría platicar con ellos de alma a alma, sin tapujos, me interesa conocerlos de pies a cabeza porque leí que son los presidenciables que van arriba en las encuestas.

 

Personalmente, le tengo más fe a Margarita –o sea, a encontrármela– porque cada vez que salgo se me aparece. Sea en Starbucks o en un restaurante japonés del sur, era entrar y ¡zas!, Margarita por aquí, y ¡zas!, Margarita por allá. Por cierto, es muy saludadora y tiene que ver con todo el mundo.

 

Volviendo a la cena nudista, no crean que soy una primeriza. Una vez estuve en un fraccionamiento de encuerados en Francia, en la costa mediterránea (por si andan por allá de vacaciones, pa’ que aprovechen). Es impresionante porque todos viven sin ropa, de día y de noche, en los restaurantes, la farmacia, el cine, el café, el casino, la tienda, la playa. Ya sé que estoy loca, pero cuando veía a los panaderos, los policías y los meseros sólo con gorro o sombrero, me daban ganas de que cantaran “hey, hey, hey, hey, hey… macho macho man”, como los de Village People.

 

Debo confesar que lo más interesante estaba a la orilla del mar, donde había hombres y mujeres con toda clase de atributos. Yo, por naturaleza, me fijé más en los miembros masculinos, nunca había visto tantos. Una gama de mil formas y tamaños: era un buffet. Aunque lo único que pensé fue ¡en poner un negocio de depilaciones! Señores, ¿qué les pasa? ¿Son personas o selva? Por favor no sigan el ejemplo de Justin Bieber y Orlando Bloom, que están en franca competencia para elegir al más pringoso. Queridos lectores, báñense y poden su ‘jardín’, así el ‘edificio’ se verá más alto. Cuestión de perspectiva. Arquitectura elemental.

 

Dicen los aficionados al naturismo que cuando te quitas la ropa y fluyes, ya no te fijas en la desnudez de los demás. ¿Será? Ay, no sé. Me cuesta trabajo tener paz interior entre personas sin calzones. Y luego sentados a la mesa, los modales se confunden, ¿no? Con qué cara pides la sal o compartes el pan. Cómo preguntas: “¿Qué tal tu filete? ¿jugoso?” sin que te gane la risa. Ya les contaré.