Ruta: Portsmouth a Portland.

Duración: al menos cinco noches.

Coche sugerido: GMC Acadia (para hacerle honor al Parque Nacional Acadia)

 

 

Objetivo

 

Como si fueran puntos que conectar, los faros de Maine narran historias a lo largo de un espectacular viaje por las costas de la nueva Inglaterra, entre parques nacionales, pueblos pesqueros e impresionantes acantilados con los que rebota el salvaje océano atlántico. Imperdible es parar en cada uno de los pueblos pesqueros a contemplar el paisaje, caminar entre muelles, descansar en los faros, pero, sobre todo, probar la exquisita gastronomía de mar, entre langostas, pescados y los famosísimos Lobster Rolls de Maine. Incluso, no hay mejor opción que dormir en los Bed and Breakfast de estilo europeo que salpican las costas de este majestuoso estado.

 

Punto de partida: Portsmouth, encanto inglés en las costas de New Hampshire.

 

El camino de esta ruta inicia en Portsmouth, un antiguo y encantador puerto inglés que conecta, mediante dos puentes –uno moderno y uno clásico– con Kittery Point, el punto más al sur de la ruta costera de Maine. Desde ese puente se pueden divisar a lo lejos tres de los faros que conforman la ruta: Whaleback, sobre un islote en medios del mar; el Portsmouth Harbor Light y Boon Island.

 

En Portsmouth vale la pena recorrer las calles y admirar los edificios de ladrillo rojo tan característicos de la nueva Inglaterra, caminar junto a los muelles y saborear los productos frescos del mar.

 

El recorrido desde ahí invita a cruzar por las playas de York, el primer punto de parata en el Estado de Maine, hasta llegar al faro de Cape Neddick, que todavía alberga a un guarda faros que vive dentro de la casa roja junto al faro blanco en medio de un islote apenas separado de la costa.

 

 

Boon-Island-Retrovisor

 

 

Primera parada: Kennebunkport, la residencia Bush y de otros magnates.

 

El camino sigue por Oguinquit, Kennebunk y Kennebuckport entre ríos, playas oscuras y lagos en medio del bosque, que por momentos se asoma a acantilados donde el mar golpea frente a majestuosas mansiones perdidas entre paisajes naturales. Ahí se encuentra nada menos que la casa de infancia del presidente Bush.

 

Siguiendo por la costa hasta el imponente faro de Cape Elizabeth y posteriormente el Portland Head Light el paisaje es muy similar, pero no por ello menos sorprendente: faros, rocas, mar, muelles y exquisitos restaurantes, todos con platillos frescos de langosta y ostras recién sacados del océano.

 

Por alguna extraña razón, toda esta ruta está repleta de tiendas de antigüedades escondidas entre el bosque. Una gran opción para pepenar reliquias y hacer algo de shopping. Un gran lugar para hospedarse aquí es el Inn by the sea, un hotel frente a la playa con hermosas casas de estilo náutico, que está ubicado a escasos minutos del Faro Elizabeth y de Portland.

 

 

 

 

 

Segunda parada: Portland, un gran secreto por descubrir.

 

La capital de Maine, Portland, es un secreto bien guardado, una pequeña ciudad con edificios de ladrillo rojo, callejones con tiendas, universidades, parques, hoteles, heladerías, panaderías y restaurantes exquisitos sobre los muelles que dan al mar y que miran de frente los islotes que cierran la bahía al sonido de más de cuatro faros, algunos de ellos todavía activos, que guían enormes embarcaciones de carga.

 

Los sabores de Portsmouth son fantásticos, y es que un grupo de nuevos chefs tienen todos los ingredientes frescos para hacer obras de arte en cada platillo. Es común entrar a los restaurantes y encontrar una gran variedad de ostiones frescos provenientes de distintas bahías de la costa este, langostas en todas sus versiones y hasta algunos platillos canadienses, como el Poutine, pero con la típica langosta de Maine, para que no existan confusiones.

 

Éste es un muy buen punto de descanso para iniciar una segunda etapa por la ruta de faros que continua por el resto del estado.

 

 

 

 

La última y nos vamos: Parque Nacional Acadia.

 

Si persiste la sed de aventura, vale la pena terminar de costear por este gran y poco conocido estado de la Unión Americana. Decenas de puertos mantienen el encanto y el sabor típico: Rockport, Camden, Rockland, Ellsworth hasta llegar al Parque Nacional de Acadia, uno de los rincones naturales más espectaculares del planeta. Incluso la ruta puede continuar hasta cruzar la frontera  que conecta con Quebec y posteriormente con Nueva Escocia en Canadá. El límite lo pones tú (y el tanque de gasolina).