RÍO DE JANEIRO. La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, denunció hoy que el país está “a un paso de un verdadero golpe de Estado” y dijo que si ella es juzgada también lo será la democracia, en un emotivo discurso de defensa pronunciado en el Senado a 48 horas de que el plenario vote su manutención o deposición definitiva por juicio político.
“Ante las acusaciones de este proceso no puedo no tener un gusto áspero y amargo de la injusticia y lo arbitrario. Como en el pasado, resisto. No esperen de mí el obsequioso silencio de los cobardes”, dijo con solemnidad Rousseff, realizando un paralelismo entre el proceso “impeachment” y su pasado como víctima de la dictadura militar.
“En la lucha contra la dictadura sufrí en mi cuerpo las marcas de la dictadura. Vi a compañeros ser violentados e incluso asesinados. En la época tenía miedo de la muerte y de la tortura. Pero no cedí, resistí a la tempestad de terror que comenzaba a consumirme”, aseveró, en una sesión televisada en directo en Brasil y en el extranjero.
“Quien cree, lucha. A los casi 70 años de edad no será ahora, tras ser madre y abuela, que voy a abdicar de los principios que siempre me guiaron”, señaló Rousseff, en referencia a “la democracia y el estado de derecho”.
Dijo que el juicio político contra ella es una tentativa de la “élite económica y política” de tomar el poder sin el aval de las urnas y, sin mencionarlo, se refirió a su rival en el segundo turno de las elecciones, Aécio Neves, así como al presidente en ejercicio Michel Temer.
“Las acusaciones contra mí son meros pretextos. Apenas pretextos para derrumbar por medio de un ‘impeachment’ sin haber cometido crimen de responsabilidad un gobierno legítimo elegido con participación de 110 millones brasileños.
“Suspender mi mandato es como someterme a una pena de muerte política”, agregó Rousseff, quien llegó a emocionarse al recordar las torturas a manos de militares por su activismo de izquierda.
En la parte final de su discurso pidió a los senadores que voten a favor de su mantenimiento.
“Voten contra el impeachment, voten a favor de la democracia”, dijo, poco antes de que la sesión tuviera que ser suspendida por los aplausos de parte de los senadores.
A las afueras del Congreso brasileño, 350 manifestantes a favor de Rousseff protestaban y pedían la salida del presidente en ejercicio, Michel Temer, considerado por una parte de la población, del espectro político y de la propia mandataria como un “usurpador”.
El juicio político a Dilma Rousseff debe terminar esta semana –probablemente el miércoles- en una votación en la que más de dos tercios de los 81 senadores deben votar a favor de la destitución de la mandataria, lo que de suceder supondría su deposición definitiva.
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