Si a Estados Unidos le da gripa; a México, pulmonía. Pero si la que tiene bronconeumonía es Hillary Clinton, es el mundo entero el que entra en terapia intensiva.
No está demostrado que la salud de la candidata demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, sea delicada a grado tal que su enfermedad pudiera ser algo más que una muy delicada infección en vías respiratorias, de la que puede salir bien librada, y pronto.
La salud de Hillary o los arranques de Corea del Norte son papas calientes para los mercados, pero también lo es la política monetaria que mantiene la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).
No será tan fácil meter en cintura al caricaturesco dictador norcoreano, Kim Jong-un, sobre todo porque despacha explosiones nucleares debajo del ala protectora de China; tampoco podemos curar a Hillary, pero sí es más fácil dotar a los mercados de certidumbre desde la política monetaria de Estados Unidos.
Podrán escandalizarse en los mercados, pero quizá ya es tiempo de soltar un segundo aumento en la tasa de interés y honrar la palabra de la gradualidad en los incrementos.
Es evidente que desde las bolsas, desde las trincheras de los que aman ese costoso subsidio del dinero barato para crecer, podrán decir que es insensato pedir aumentos, sobre todo cuando hay muchos indicadores económicos que no halan de un crecimiento sostenido de la economía.
Es verdad que el crecimiento, que ya era mediocre, está de nueva cuenta en un bache, pero también es verdad que la incertidumbre provocada por el banco central estadunidense se ha cargado hacia el lado de los problemas, y no de las soluciones.
La inflación está, sin duda alguna, en el camino a la meta que persigue la Fed de 2%, y hay presiones que amenazan con acelerar el aumento de los precios, como el más reciente repunte en los costos de los alimentos.
Y entonces sí, si la inflación acelera su aumento, la Fed subirá las tasas de interés, y lo haría sin respetar la promesa de la gradualidad.
La política del dinero regalado fue diseñada para forzar al gasto y con ello levantar la economía, pero también fue un disparo de salida de la búsqueda de mejores rendimientos, ya fuera en las bolsas de valores o en otros mercados.
Pero hay un amplio sector amarado a los rendimientos de instrumentos bancarios, de seguros, de pensiones que tienen tasas ligadas a los niveles interbancarios.
Hay millones de personas que tienen rendimientos de sus ahorros cercanos al cero y la inflación encaminándose a 2%. Son millones de personas que no se manifiestan con la estridencia de una bolsa de valores que pierde si la Fed guiña al aumento de las tasas, pero que están perdiendo lo que tienen por la política monetaria vigente.
Hay, pues, factores que ya invitan a considerar si no se está pasando de tiempo el regreso de una política monetaria más en camino a la neutralidad que a la hiperlaxitud sostenida desde hace tantos años.