Estábamos ahí con las palomitas en la mano, listos para ver la nueva cara de Renée Zellweger en El bebé de Bridget Jones, cuando se apareció en la pantalla Miguel Ángel Mancera. ¡Santo Dios!

 

La verdad es que no supe bien si era drama o comedia, pero en la primera escena aparece una mujer que limpia la sede del Gobierno de la Ciudad de México, mientras de fondo se escucha la voz del jefe: “Una ciudad tan grande nunca duerme, siempre hay mucho por hacer (ahí me tenían apuntando en taquimecanografía en la caja de los pon-pons). Y a veces tantas cosas que no acaban en un día. Entonces pienso en ti, que mañana vuelves a llenar las calles, con tus sueños, con tu esfuerzo…” y ahí viene el momento álgido, cuando sale Mancera con el nudo de la corbata flojo y cara de héroe triste.

 

Se despide de la mujer trabajadora con un “buenasnoches” y ella le contesta “buenos días”. Ya desde ahí me puse nerviosa porque no supe quién mentía ¿él o ella?

 

Las reacciones en el cine fueron diversas y podríamos decir que hubo opiniones divididas, o sea, unos se rieron y otros lloraron. Yo me quedé como las palomitas “mitad saladas, mitad con caramelo”, de esas veces que no sabes bien si aventar el hot-dog a la pantalla o correr a abrazarlo.

 

Siempre he dicho dos cosas: que no es feo, solo está mal iluminado y, no es un hombre malo, pero lo asesora alguien tenebroso. Ya cuando le vimos la cara a la ‘Bridget’, nadie se asustó y la mala cirugía fue lo de menos. Es lo bonito de la vida: nunca sabes quién te va a salvar en un momento dado.

 

Conocí a Miguel Ángel Mancera cuando era el procurador capitalino por un amigo en común y cuando me di cuenta ya estábamos chupando langostinos en el búnker de la colonia Doctores.  Me pareció bueno, inteligente y divertido desde el primer día, pero tengo ‘asesores’ que me aconsejaron alejarme -del futuro candidato a alcalde- lo más rápido posible. Me preguntaron ¿tienes tenis? Pues córrele para otro lado. Los aguafiestas argumentaron que no me convenía contagiarme de las malas vibras que había en su campo magnético, ya saben, es que era el encargado de poner a los malos en orden y eso, no todos lo agradecen. Yo sí. ¡Gracias doctor!

 

Una vez, cenamos juntos con algunos amigos y las recomendaciones fueron que me sentara lejos de él –por si se llegaban a ejecutarlo a media cena- y que dejara que él probara primero la cena –delicias de la cocina española, una cosa ligera- por si lo querían envenenar. Por fortuna nadie entró a matar a nadie y todos felices.

 

Volviendo al ‘spot cinematográfico’ se ve que el director creativo y sensible dijo “tú pon cara de mártir, así vas a conectar con el espectador”.

 

Porque de que trabaja mucho, eso que ni qué. Y de que duerme poco, eso también. Lo sé porque uno de mis asesores comparte gimnasio con él y me informaba de todos sus movimientos físicos y ‘extra deportivos’ desde las 5 de la madrugada. Me texteaba: “Hoy trae puestos unos shorts negros pegaditos, muy bien…pierna firme”.
Lo que es un informe de verdad, completo.