The New York Times publicó un detallado artículo que retrata el descalabro en el que está sumida la producción de petróleo en Venezuela luego de años de gestión chavista, la miseria de sus trabajadores y el efecto que tendría su colapso en el mercado mundial.

 

Pese a que el país sudamericano es uno de los Estados que cuentan con las mayores reservas de hidrocarburos en el mundo y su economía tiene una fuerte dependencia de su producción, la actividad de la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) disminuyó notoriamente en los últimos años y el país ha tenido que pedir ayuda a quien, en el discurso chavista, es su mayor enemigo: Estados Unidos.

 

PDVSA está en el piso ahora“, resumió Luis Centeno, líder gremial de los trabajadores petroleros. El jefe sindical denunció que los empleados hasta dejaron de recibir elementos de seguridad, como botas, cascos y guantes.

 

La publicación destacó una queja presentada por un grupo de trabajadores que detalla una serie de derrames producidos desde 2012 por falta de mantenimiento en la costosa infraestructura, ahora abandonada, lo que ha generado incluso problemas de salud en las comunidades cercanas. “Todo fue ocultado. Estamos extremadamente molestos porque nadie ha hecho nada para detener este desastre“, afirmaron en el documento.

 

La crisis obligó a Venezuela a importar hidrocarburos desde Estados Unidos para complementar su producción. “Los llaman imperio, sin embargo les están comprando petróleo“, ironizó Centeno. “¿Qué tan mal está Venezuela, rica en petróleo? Le está comprando a EU”, sintetizaron en el título del reportaje los autores, que destacaron que, aunque el recurso natural siempre fue esencial para la identidad y soberanía nacional, el aporte de norteamericano se convirtió en una parte vital de la producción.

 

PDVSA, ahogada en deudas

 

Fue nacionalizada tras la nueva Constitución impulsada por Hugo Chávez en 1999

 

Deudas sumarían 25 mil millones de dólares. Dos tercios de sus exportaciones están destinadas a pagar compromisos asumidos por el régimen (en su mayoría, con China)

 

Recursos agostados para pagar a técnicos internacionales o a sus propios empleados.