Miami .- Llegó la hora de enfrentar la realidad, la salida al campo de los jugadores de los Marlins de Miami, sin la presencia física del compañero especial que era el abridor cubano José Fernández, fallecido el domingo de madrugada en trágico accidente náutico, pero su espíritu y legado estuvo más vivo que nunca.
Todos los jugadores de los Marlins salieron al campo vistiendo la camiseta del uniforme negro con el número 16 en honor a sus compañeros, y con toda seguridad también será la última vez que lo hagan.
Aunque oficialmente, los Marlins no han hecho ningún anuncio, el propio dueño del equipo, Jeffrey Loria, admitió que no veía en un futuro que ningún jugador quiera llevar un número tan emblemático como el 16 que vistió desde que llegó a las Grandes Ligas en el 2013.
Tampoco era el momento para hablar de la posible retirada del número, sino todo lo contrario de mantener en los corazones y en la memoria de los jugadores, entrenadores y comunidad de Miami la figura como persona y profesional de Fernández, que falleció a los 24 años.
Después que los Marlins cancelaron el partido del domingo ante los Bravos de Atlanta, hoy abrieron una serie de tres partidos contra los Mets de Nueva York, en un juego en el que irónicamente estaba programado para lanzar el propio Fernández.
Difícil la clasificación
Aunque tienen difícil la clasificación a la fase final, los Marlins llegaron a la serie contra los Mets sin estar eliminados matemáticamente en la lucha por un puesto de comodín de la Liga Nacional, pero su margen de error es mínimo, especialmente en el partido de esta noche que desean ganar en honor a su compañero fallecido que hubiese estado sobre el montículo con el mismo objetivo.
Si el partido cancelado no va a influir en la lucha por estar en la fase final, entonces los Marlins y los Bravos, que ya están eliminados, habrán jugado 161 encuentros.
La perdida de Fernández, que era la gran estrella y puntal del pitcheo de los Marlins de cara al futuro, hace que el equipo tenga que luchar más duro de cara a ocupar el vacío que ha dejado, pero Loria dijo que estaban preparados.
“Será un trabajo más duro”, admitió Loria. “Pero no vamos a hundirnos. Siempre voy a escuchar lo que el decía, ‘haz lo que tengas que hacer, pero no retrocedas’. No vamos a dar un paso atrás, todo lo contrario vamos a seguir para adelante”, subrayó Loria.
La gran personalidad que tenía Fernández y su pasión por el deporte del béisbol lo convirtió con apenas cuatro años, uno sin jugar por lesión, en uno de los jóvenes con más futuro dentro de las Grandes Ligas.
“Tal vez no volvamos a ver a otro jugador de las características de Fernández”, sentenció Loria.
Una opinión que es compartida por muchos, especialmente los que conocieron a Fernández dentro de la organización de los Marlins, y todo lo que hizo dentro de la comunidad de Miami.
Por eso la mejor manera de reflejar lo que significaba Fernández la definió el pelotero venezolano Martín Prado, al decir que era mucho más que un compañero, era una personal y profesional muy especial.
Tan especial que los jugadores de los Mets se unieron en una gran familia con lo de los Marlins antes del partido, escucharon con emoción el himno nacional y luego se abrazaron.
Por si todo lo anterior no había sido suficiente para estar cargados de emociones el segunda base Dee Gordon pegó un jonrón solitario al inicio del partido que hizo que las lágrimas volviesen a brotar de nuevo en los ojos de la mayoría de los profesionales de los Marlins, incluido el autor del bambinazo, que tuvo que irse a los vestuarios para recuperar el control de las emociones.
Al final para que la noche no fuese completa en la memoria de Fernández, los Marlins consiguieron un triunfo por 7-3 que con toda seguridad, Fernández, allí donde se encuentre, disfrutó más que nunca con la sonrisa única que llegó al béisbol de las Grandes Ligas y quedarse para siempre.
dc