Hay poca claridad de lo que puede pasar con nosotros los ciudadanos ahora que el Banco de México mantiene un proceso de alza en la tasa de interés de referencia.

 

Porque es un hecho que la junta de gobierno del Banco Central insiste en que no ha iniciado un proceso de alza de los tipos de interés. Pues menos mal que no ha empezado con una política alcista, porque lleva cuatro aumentos en poco más de nueve meses y la tasa interbancaria pasó de 3 a 4.75%.

 

La atención de la opinión pública se ha concentrado en la suerte del peso frente al dólar. Desde hace dos años estamos al pendiente de la depreciación de la moneda que la llevó de niveles inferiores a los 14 hasta los 20 pesos, que alcanzó en días pasados.

 

Durante todo este tiempo se intentaron diferentes métodos de contención de la devaluación, desde el uso de reservas internacionales, pasando por anuncios de disciplina fiscal, hasta el propio aumento de las tasas de interés

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Hoy está claro que el uso de los dólares reservados por el Banco de México se guardará para otra oportunidad. Porque no hay que descartar que una vez que se reanude la tendencia al alza de las tasas en Estados Unidos, podrían darse estampidas de recursos tratando de salir de los mercados mexicanos; ahí será de más utilidad ese guardadito.

 

Pero poca idea tenemos de cómo habrá de impactar nuestra vida cotidiana el incremento en el precio del dinero. De entrada, la relación directa se da con los créditos a los que tiene acceso la población.

 

Aquí hay que diferenciar entre los créditos que estén vigentes y aquéllos que se puedan otorgar en el futuro.

 

En los créditos activos, el impacto dependerá si la tasa es fija o no. Por ejemplo: un crédito hipotecario no tiene por qué cambiar el monto a pagar, un crédito automotriz tampoco. Pero las tarjetas de crédito o los préstamos de nómina sí podrían subir.

 

En el caso de los nuevos créditos, ya se notan algunos aumentos en las tasas que se ofrecen para su contratación. Muchos créditos están respaldados por coberturas de largo plazo, que permitirán a las instituciones que ofrecen préstamos mantener las tasas bajas.

 

Pero es un hecho que tenderán a subir el costo, sobre todo en las áreas de consumo.

 

Y es que no hay que olvidar que uno de los efectos que busca el incremento de la tasa de interés es postergar el consumo, precisamente para evitar las presiones inflacionarias. Así, si un consumidor nota que ya le sale más caro comprar a crédito, podría optar por el ahorro ante un supuesto mejor premio por guardar esos recursos.

 

Hay que decir que hasta ahora la tasa de interés se mantiene en un nivel aceptablemente bajo. Quizá no en aquel histórico 3% de hace menos de un año, pero todavía accesible para completar planes de compra de bienes duraderos o, bien, opciones hipotecarias.