La Arquidiócesis Primada de México afirmó hoy, en el marco de las festividades del Día de Muertos, que “propiciar dolor y muerte” en el país no es exclusivo de quienes están fuera de la ley, refiriéndose a los abortos, los cuales comparó con un “genocidio”.
“México dice honrar a sus muertos, pero paradójicamente nos sumimos en la indiferencia hacia los miles de cuerpos humanos tratados peor que basura”, afirmó la Arquidiócesis en un editorial llamado “La vida no vale nada”, incluido en la última edición del semanario Desde la fe.
La Iglesia católica señaló que únicamente en la Ciudad de México, donde se permite el aborto hasta las 12 semanas de gestación, se registra “la infausta cifra de más de 160 mil niños asesinados”.
“¿Acaso podríamos esperar algo mejor los mexicanos cuando avalamos con un silencio cómplice este inusitado genocidio?”, se cuestionó la Arquidiócesis.
Una pregunta a la que el texto añade otra más: “¿Podemos aspirar a algo diferente cuando hemos dejado de sentir horror por el asesinato institucionalizado de miles de seres humanos indefensos en el vientre de su propia madre?”.
De acuerdo con datos de la organización no gubernamental Servicios Internacionales de Asesoría sobre el Embarazo (Ipas, por sus siglas en inglés), entre los años 2007 y 2015 se han interrumpido de manera legal 138.792 embarazos en la capital.
La regulación respecto al aborto cambia dependiendo de cada estado, y las restricciones en algunas de las regiones mexicanas implican situaciones de riesgo para la salud como que cada año se lleven a cabo unos tres millones de abortos considerados como peligrosos, únicamente entre mujeres adolescentes.
La Arquidiócesis aseguró que el pueblo mexicano se ha acostumbrado a la muerte “en su forma más denigrante”, suplantando “la esperanza de la trascendencia por el culto macabro y atroz del sufrimiento demencial como cultura de la necrolatría”.
La festividad del Día de Muertos es, defiende la Arquidiócesis, una oportunidad para reflexionar sobre “nuestra precariedad y trascendencia.
También para realizar un “examen social de cómo hemos despreciado la vida para instrumentalizar la muerte, de los pecados cometidos y, sobre todo, de las vergonzosas cuentas que entregaremos a Dios cuando nos llame a su presencia”, concluye el editorial, que cierra lamentándose con un “¡pobre México!”.