En política nunca se puede dar nada por sentado y cuando parecía que Hillary Clinton acariciaba el triunfo y se disponía a cruzar la meta “en caballo de hacienda”, ahora está en problemas.
Las encuestas dieron un vuelco a favor del cuestionado magnate republicano, Donald Trump, tras el anuncio del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de que abrirá una nueva pesquisa por el hallazgo de nuevos correos electrónicos divulgados en servidores privados por la candidata demócrata.
La “mano negra” del FBI, algo que se considera inusual e inadmisible en algunos círculos de poder en Estados Unidos, desbalanceó la competencia a favor del vitriólico tycoon, que ahora se frota las manos ante la posibilidad de salir victorioso.
La intromisión de la policía investigadora de EU, tan indeseada como en los tiempos de gloria de los hermanos Kennedy, nunca había sido tan inoportuna. “Nunca en la historia moderna el FBI se había enredado de tal manera en una elección presidencial”, escribió el portal de The New York Times.
Ahora, todo parece indicar que será un final de photofinish, en el que cualquiera de los dos aspirantes punteros podría ganar con apenas una nariz.
La propia Hillary consideró “muy extraño” el anuncio del FBI, cuyo director, James Comey, hizo público que estaba en curso la investigación sobre los nuevos correos, en los cuales está involucrado Anthony Weiner, ex funcionario neoyorquino de 52 años, que es investigado por enviar fotos y mensajes sexuales explícitos a una adolescente de 15 años.
Resulta que Weiner estuvo casado con Huma Abedin, la principal asesora de la ex primera dama, y ahora el FBI metió la nariz en los correos hallados al revisar la computadora de Weiner.
El primer sondeo publicado tras el aviso del nuevo giro en la investigación contra Hillary mostró un empate técnico entre ella y Trump, con 46 puntos para la primera y 45 para el segundo, en el llamado voto popular. En cuanto al voto electoral, que es el que realmente cuenta, el magnate aventaja por cuatro puntos en un estado clave como Florida, según la medición levantada por la cadena ABC y el diario The Washington Post.
A ocho días de las elecciones, pueden pasar mil cosas, sobre todo en torno a la investigación sobre los correos, que dejará, sin duda, mal parado al FBI por cuanto los expertos creen que irrespetó la vieja regla de oro de la política estadunidense de no influir en las elecciones y menos a pocos días de la votación, sobre todo cuando se encuentra tan cerrada.
Clinton soñaba con llegar muy sobrada en el sprint final de la elección, pero ahora tendrá que pelear con toda la fuerza de la que es capaz para impedir que la situación se complique en estados clave como Nevada, Florida y Carolina del Norte.
Por un año, el tema del uso de correos electrónicos en servidores privados sobre temas oficiales cuando era secretaria de Estado y trataba asuntos top secret estuvo aguijoneando a la candidata como una espina en el costado. Nunca esperó quizá que le estallara en las manos en los días finales de su campaña.
Nadie sabe qué llevó a Comey, que ya había ordenado el cierre de la investigación en julio pasado, a solicitar la ampliación del caso con el hallazgo del nuevo legajo de e-mails.
Filtraciones señalaron que la fiscal general Loretta Lynch recomendó no hacer públicas las novedades a casi una semana de la elección, pero a Comey no le importó el consejo.
Como es natural, esto sirvió de “pasto para las fieras” en el campo republicano, donde ya se veían muchas caras largas y ahora el ambiente es semejante al de un carnaval.
Lo curioso es que la revisión sobre el nuevo paquete de correos quizá no podrá terminar antes de las elecciones y por otro que algunos de ellos son “probablemente” (Times dixit) copias de mensajes que ya habían sido leídos por el FBI. Es decir, podría, al final, tratarse sólo de textos anodinos y burocráticos sin ninguna implicación política.
Los demócratas ya habían empezado a enfriar la champaña y se preparaban para descorcharla. Trump ahora está ya quizá comprando las serpentinas y los globos.
Mientras tanto, el mundo sufre y los mercados podrían padecer una nueva oleada de volatilidad a partir de este lunes.