Los únicos malditos suertudos que circularon a más de 40 kilómetros por hora en la CDMX el fin de semana fueron los pilotos de Fórmula 1. Qué alegría, ¿no? Todos los demás desgraciados nos quedamos embotellados sábado y domingo. Claro, no fue su culpa.

 

 

Los problemas de tráfico fueron por los festejos de Día de Muertos y la bonita iniciativa de cerrar las calles para recrear la escena de las calaveras enormes de 007: Spectre para que los turistas exclamaran: “Oh, mira, como en la película”.

 

Oigan, y modestia aparte, lo mejor de la película donde Daniel Craig corre por el centro histórico es cuando se muestran –como diría el doctor Mancera– nuestras preciosas festividades del 2 de noviembre. Porque la película es de las peores de James Bond y miren que lo dice una fanática. Bueno, todos en mi casa vemos cada película que sale de Bond, James Bond y las disfrutamos muchísimo. Mi madre, por ejemplo, cuando vio Skyfall opinó que Craig “es muy buen muchacho y siempre anda en unos paisajes preciosos”. Sí, mi capacidad de fijarme en las cosas pequeñas es genética.

 

Por cierto, estaba viendo el telediario de España y dijeron que nuestro desfile de calacas costó 450 mil euros, aproximadamente 10 millones de pesos. Es lo bueno de los españoles, que siempre se enteran de los chismes antes que nadie. Pues no sé a ustedes, pero para mí es un montón de dinero y ¡mejor lo hubieran invertido en los vivos que en los muertos!

 

 

Lo que no me explico es por qué tan caro. ¿Qué rompieron? Me contó uno de los organizadores que las calaveras gigantes ya son propiedad de la ciudad, no me acuerdo si fue un regalo del director Sam Mendes o la producción no quiso cargar con tanto muñeco inservible, pero son patrimonio de los capitalinos.

 

 

Y luego cuánto cuesta disfrazar a los bailarines, extras y demás. Siento que alguien infló el presupuesto, otro lo aprobó y se quedaron tan contentos. Eso sí, el espectáculo era fantástico, sobre todo las marionetas.

 

 

Hablando de muertos y dinero, también dijeron en las noticias internacionales que el abogado de Juan Gabriel anunció, oficialmente, su herencia. Pensarán que soy una ociosa, pero me parece superdivertido enterarme en los canales extranjeros de lo que pasa en México. Es como ver todo desde fuera, como un desdoblamiento informativo.

 

Bueno pues el heredero universal de los bienes del cantante es su hijo Iván, que debe repartirles un poco de la fortuna a sus tres hermanos. Los otros hijos no reconocidos se quedaron sin nada, incluido el nuevo –Joao Gabriel Alberto Aguilera– que apareció en California. ¿Que si se parece? Yo, que soy muy observadora, diría que se parece más a Camilo Sesto que a Juan Gabriel, pero en ésas cosas nunca se sabe.

 

 

¿No les parece fascinante descubrir que el Divo de Juárez era un semental? Eso de procrear hijos por aquí y por allá no habla bien de nadie. Aunque si lo vemos por el lado amable, existen más probabilidades de que alguno haya heredado el talento del mejor compositor de México. Eso es ver el vaso medio lleno.