Una tradición que mantiene vivos a los que ya se fueron

 

México en los días 1 y 2 de noviembre de cada año celebra lo que se popularmente se conoce como el Día de Muertos, fechas que coinciden con las celebraciones católicas de los días de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos.

 

Esta celebración es una combinación de las creencias prehispánicas con la concepción católica traída por los españoles de aquella época, lo que da por resultado un mestizaje cultural único

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Fue hasta el año 2003, el día 7 de noviembre, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró la celebración del Día de Muertos como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

 

 

Mictlantecuhtli es la deidad mexica del inframundo y de los muertos y que ha dado el origen iconográfico a los elementos distintivos de la tradición de la celebración del Día de Muertos, tal y como lo conocemos hoy en día.

 

 

Año con año, los mexicanos acostumbran colocar altares en sus hogares, visitar los camposantos –panteones- , pintarse la cara haciendo alusión a las calaveras y los niños salir a las calles a pedir su calaverita, es decir dulces o dinero.

 

 

 

Muchas familias, ya sea en el seno de su hogar o en algún restaurante, se reúnen para degustar el pan de muerto acompañado de un chocolate caliente.

 

 

Algo que llama la atención de propios y extraños es la visita a los panteones, donde las personas acuden a limpiar las tumbas de sus seres queridos, otros más preparan comida y conviven con sus familiares y otros más hasta serenata les llevan.

 

 

La Ciudad de México cada año se viste de gala y lleva a cabo distintos eventos culturales a favor de seguir preservando esas tradiciones. Desde las tradicionales ofrendas en la Zócalo capitalino, así como el desfile de los alebrijes.

 

 

En los últimos años, una tradición que se ha acentuado entre los capitalinos ha sido el paseo nocturno, Noche de Muertos en Bicicleta, el cual consiste en hacer un recorrido ciclista por diversos puntos de la capital disfrazados de catrinas y catrinos.

 

 

Los capitalinos han tomado la costumbre de caracterizarse de La Catrina, obra iconográfica creada por José Guadalupe Posada, que originalmente se llamaba La Calavera Garbancera y que fue inmortalizada por Diego Rivera en su pintura Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central pintada en 1947. Es así como por estas fechas es muy común ver a personas deambular por distintos puntos de la capital ataviados con esta singular vestimenta y pintados de la cara.

 

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