Todos los medios de comunicación lo consignaron: en la celebración por el 99 aniversario de la Concanaco-Servytur, el presidente Enrique Peña hizo un llamado a los mexicanos a dejar a un lado el pesimismo y optar por ser positivos; “porque realmente es así, como en este pensamiento, en esta energía que podamos proyectar, es como estaremos invocando lo que queremos para nuestra nación”.

 

¿En serio?

 

¿Será sólo con un estado anímico como se puedan resolver los múltiples problemas que enfrenta México para dar paso a una situación “real” de bienestar?

 

¿En verdad piensa el Presidente que con un pensamiento bonito se va a terminar con la corrupción que aqueja al sistema político?, ¿se va a solucionar la violación de derechos humanos y va a parar el asesinato y la desaparición de miles de personas?, ¿terminará el tráfico de drogas y la violencia que ello conlleva?, ¿si la mayoría de los pasajeros de un autobús mantienen una actitud optimista convencerán a los asaltantes para que, en el mejor de los casos, no les quiten sus pertenencias?

 

¿se corregirá la incapacidad de los cuerpos de seguridad?, ¿terminará la pobreza, el hambre, el rezago en el campo, las deficiencias en los sistemas de salud?, ¿dejará de haber gobernadores ladrones, que cínicamente se pasean por todo el país derrochando todo lo que se llevaron a sus cuentas personales?, ¿mejorará la economía?, ¿el dólar volverá a 12.50?, ¿dejaremos de depender de lo que pase en nuestro vecino del Norte?, ¿Donald Trump se arrepentirá de deportar a tres millones de ilegales y de ampliar el muro que existe en la frontera común?

 

¿se acabarán los líderes sindicales corruptos, el tráfico de influencias, las mordidas para evitar una multa?, ¿se mejorará el medio ambiente y florecerán las áreas verdes y se limpiarán los ríos y los mares?, ¿dejará de haber prepotentes en las calles y seremos todos iguales?…

 

¿Lo cree, señor Presidente?

 

Me confieso pesimista y me incluyo en la lista de aquéllos que piensan que la solución a los problemas que nos aquejan debe salir no de una idea optimista, sino de la aplicación de políticas públicas adecuadas, del combate a la impunidad y del castigo a los ladrones que nos han saqueado sexenio tras sexenio, de parar el gasto superfluo y emplearlo en lo que, en verdad, beneficie a la población, de capacitar mejor a los cuerpos de policía, de tener aparatos de inteligencia para combatir a los grupos criminales y antisistémicos y no para espiar a los contrincantes políticos; de fomentar la cultura de la legalidad y la igualdad; así como de ser respetuosos por nuestro medio ambiente.

 

Depende de su administración, señor Presidente, que los mexicanos seamos optimistas, pero con base en resultados y no por decreto o  disfrazando la realidad; de otra forma, al desánimo también se tendrá que agregar el enojo; y eso si es más peligroso.

 

Ulises Ramírez, en caballo de hacienda

 

En el Estado de México, el cielo azul se calienta, y es que ante el cúmulo de broncas que enfrenta Ricardo Anaya al no poder explicar, con transparencia, el excedente en sus gastos, así como a la exigencia de quienes le reclaman piso parejo, el diputado Ulises Ramírez va en caballo de hacienda por la candidatura de la entidad. Anaya creyó tener el control del PAN a través de su amigo el alcalde de Naucalpan, Edgar Olvera, quien, nos dicen, además de pasársela en la fiesta, tiene al municipio hundido en la inseguridad; a eso hay que agregar a Josefina Vázquez Mota, quien se puso sus moños y dijo que si no había alianza PAN-PRD, no sería candidata. Y como no habrá alianza, Ulises lleva todo para ganar.

 

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@JuanMDeAnda