MOSCÚ. Después de la intervención rusa en Ucrania y la respuesta de la OTAN en forma de despliegue de tropas en su flanco oriental, Moscú contesta ahora apuntando misiles con capacidad nuclear contra objetivos europeos.

 

Moscú desplegló en Kaliningrado –entre Polonia y Lituania- sistemas de misiles S-400, misiles tácticos Iskander y baterías móviles costeras Bastión, en respuesta al escudo antimisiles estadunidense que empezó a instalarse en Rumanía y Polonia.

 

El Departamento de Estado norteamericano tachó dicho despliegue de “desestabilizador” para la seguridad europea.

 

El escudo antimisiles está oficialmente destinado a interceptar misiles balísticos de un hipotético ataque de “países díscolos”, como durante años se llamó en la OTAN a países como Irán o Corea del Norte. La capacidad balística rusa colapsaría el escudo antimisiles, por lo que difícilmente puede ser una amenaza para Moscú.

 

Recientemente, el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció la salida de su país del tratado de reutilización del plutonio militar, parte del programa de desarme estratégico que busca convertir en irreversible el fin de la Guerra Fría. Y, entre las condiciones para regresar al acuerdo, mencionó la retirada de las tropas y el armamento desplegados por EU en los países de Europa del Este que ingresaron en la Alianza Atlántica a partir de este siglo, es decir, Bulgaria, Rumanía, Lituania, Letonia y Estonia.

 

El Kremlin ve con buenos ojos los planes del presidente electo norteamericano, Donald Trump, de reducir el peso de EU en la Alianza Atlántica.

 

Top Secret

 

El presidente ruso declaró secreto de Estado toda información sensible relacionada con la cooperación militar con otros países, una de las principales fuentes de ingresos para Rusia.

 

El decreto presidencial cataloga como información secreta aquellas directrices o medidas de la política estatal “cuya divulgación prematura puede perjudicar la seguridad nacional”.