AL NUMANIYA. “Me uní al (grupo yihadista) Estado Islámico (EI) con trece años y combatí con ellos después de recibir un curso de entrenamiento, con el que me convertí en francotirador”, dice a Efe Mohamed Ahmed al Yaburi, que con 16 años es uno de los miembros menores del EI, conocidos como “cachorros del califato”.
Detenido hoy por las fuerzas iraquíes, Mohamed cuenta cómo fue su tío paterno, responsable militar de la organización yihadista en la provincia (“estado”, según los extremistas) de Nínive, quien le introdujo en las filas del EI en la zona de Nimrud, al sureste de Mosul.
Antes del curso de entrenamiento, que recibió en Siria, Mohamed fue encargado de supervisar varios puestos de control del EI dentro de Mosul y en el área de Nimrud.
“Después de un mes en Siria entrenando y cavando zanjas, volví a las filas del (grupo) Estado Islámico como combatiente y los acompañé en las batallas”, añade Mohamed.
El “cachorro del EI” fue detenido el pasado día 17 de noviembre por las fuerzas iraquíes junto a otros cuatro adultos, cuando salían con un grupo de mujeres del pueblo de Al Numaniya, en Nimrud.
Según el miembro de la Inteligencia militar Saad al Taii, “la apariencia de Mohamed no sugería que fuera un terrorista, pero algunos civiles lo delataron ante las fuerzas de seguridad, a las que informaron del momento en el que salía” del pueblo con esos ciudadanos.
Ahora será trasladado a Bagdad, donde permanecerá en un centro de detención, posiblemente hasta la caída de Mosul, cuando deberá responder ante un tribunal de menores y se decida si es necesario que reciba apoyo psicológico para favorecer su reinserción en la sociedad. Ya que, para contrarrestar la ideología inculcada por el EI a los menores, las autoridades cuentan con un programa de rehabilitación.
El presidente de la Asociación iraquí de Protección de la Infancia y los Derechos de las Familias, Mahed al Obeidi, indica a Efe que, desde que en junio de 2014 el EI ocupara Mosul y otras zonas de Irak, “ha reclutado a 4,500 niños, según confirman algunas fuentes”.
Esos menores “comenzaron a recibir una educación que promueve la violencia, el asesinato y que tiene como objetivo lavar el cerebro de los niños”.
“Dáesh (acrónimo en árabe de Estado Islámico) cambió los programas de enseñanza en los cursos de Primaria y los enfocó en métodos sangrientos, lo que afecta de gran manera a los niños, ya que ayudan a lavarles el cerebro para convertirlos en bombas de relojería y suicidas”.
Por ello, según Al Obeidi, muchas familias rechazaron enviar a sus niños a las escuelas en las zonas que están bajo control del EI, “lo que provocó la ira entre los yihadistas”.
Asimismo, señala que el EI creó centros de propaganda en las calles de la ciudad de Mosul, para los que reclutó a niños de las cárceles, escuelas y mezquitas, que “pasaron de ser víctimas a asesinos”.
Esos centros se dedicaban a proyectar películas, difundir propaganda y publicaciones como la revista electrónica “Al Mesara”, difundida por la Oficina de Información del EI.
Según Al Obeidi, el EI llegó a instalar setenta centros de propaganda, la mitad de ellos en barrios con una importante población, donde se colocaban grandes pantallas para proyectar las películas.
“Esos centros ofrecen cursos especiales en campos de instrucción, entre los que destacan algunos centrados en el radicalismo islámico y la guerra santa”, cuenta.
Asimismo, añade Al Obeidi, orientan a los niños que, como Mohamed, quieren convertirse en “cachorros del califato” y unirse a la manada yihadista del Estado Islámico.
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