Es bien sabido que previo a la época navideña, y cuando el clima suele estar más frío, miles de personas tienden a deprimirse o a ver la vida de una manera más negativa. Si eres de esas, ten cuidado, pues un reciente estudio llevado a cabo en Finlandia demostró que las personas que tienen actitudes o pensamientos negativos son más propensas a padecer enfermedades cardiovasculares.

 

El doctor Mikko Pankalainen, investigador del departamento de psiquiatría del Hospital Central de Paijat-Hame en Lahti, Finlandia, y que fue el que lideró el estudio, comentó que el mismo se llevó a cabo a lo largo de 11 años con tres mil personas, entre hombres y mujeres, y se encontró que los más pesimistas tenían más del doble de riesgo de morir de una enfermedad cardiaca que los menos pesimistas.

 

Además, se encontró que el optimismo no tiene ningún efecto en la prevención de este tipo de padecimientos, o al menos no de una manera significativa.

 

“El pesimismo parece ser un factor de riesgo bastante significativo de muerte por enfermedad cardiaca coronaria, tanto en hombres como en mujeres, incluso tras tener en cuenta los factores de riesgo clásicos y bien conocidos de la enfermedad cardiovascular”, señaló Pankalainen, quien añadió que el hallazgo sugiere que el conocimiento actual sobre la conexión entre el optimismo y la salud física dista mucho de ser completo.

 

En el estudio, los investigadores usaron una prueba para medir el nivel de pesimismo y de optimismo de los participantes, que tenían de 52 a 76 años de edad; se observaron las causas de muerte y usaron esos datos para calcular el rol del pesimismo en las muertes por enfermedad cardiaca.

 

Por su parte, la doctora Suzanne Steinbaum, directora de Salud Cardiaca de las Mujeres en el Hospital Lenox Hill de Nueva York, dijo que “claramente hay una conexión entre la forma en que pensamos y percibimos el mundo, y cómo esto afecta a nuestro corazón”. Explicó que “con el pesimismo, sabemos que hay un aumento en las hormonas inflamatorias y del estrés. Y es probable que eso afecte al corazón, conduciendo a ataques cardiacos y aterosclerosis”, dijo, y agregó que los pesimistas deben reentrenar su cerebro.

 

“Ser optimista no es un atributo innato, así que vale la pena el esfuerzo de cambiar la mente, de pensar de forma distinta. No se puede siempre creer que sucederá lo peor. Hacer un esfuerzo por ver las cosas bajo una luz distinta puede marcar una diferencia”.

 

Indicó que la terapia conductual también podría ayudar, porque “está diseñada para ayudar a las personas a pensar sobre las cosas de forma distinta”.

 

Steinbaum también dijo que es importante cuidar de uno mismo, porque cuando uno no se siente bien es más probable que sea pesimista. “La vida es difícil, pero cuando uno se siente bien tiende a sentirse mejor sobre la vida en general”, señaló.

 

Pankalainen agregó que el nivel de pesimismo de una persona es fácilmente medible, y que eso en el futuro se puede convertir en una herramienta importante a la hora de hacer un diagnóstico.

 

“En el futuro podría ser una herramienta muy útil, junto con otros factores de riesgo conocidos (como fumar, el azúcar alto en la sangre, la hipertensión y el colesterol alto) para determinar el riesgo de morir de una enfermedad cardiaca”, concluyó Pankalainen.