Un día como hoy, pero de 1900 muere el narrador, poeta, crítico literario y dramaturgo británico Óscar Wilde, autor de “El retrato de Dorian Gray”, “El abanico de Lady Windermere”, “Una mujer sin importancia” y “Un marido ideal”, entre otras.
Oscar Fingal O`Flahertie Wills Wilde nació el 16 de octubre de 1854, en Dublín, hijo de un célebre cirujano irlandés y una poetisa británica. Desde muy joven cultivó varios géneros, dando muestra de una extraordinaria calidad y capacidad creativa.
Estudió en el reconocido Trinity College de Dublin y el Magdalen College en Oxford; su extenso poema “Ravvena” lo hizo merecedor del prestigiado premio Newdigaste, en 1878, cuando aún era estudiante.
Wilde fue una de las personalidades más talentosas y controvertidas de su tiempo, de carácter excéntrico, larga y rubia cabellera, siempre vestido con ropa elegante y llamativa.
Su primer libro fue “Poemas” (1881), a él le siguieron la obra teatral “Vera” o “Los nihilistas”, escrita en 1882; las colecciones de historias fantásticas “El príncipe feliz” (1888), “La casa de las granadas” (1892) y un conjunto de cuentos breves, dedicados a sus dos hijos, producto de su matrimonio con la irlandesa Constance Lloyd.
En 1891 publicó dos de sus novelas más famosas, “El retrato de Dorian Grey”, una melodramática historia de decadencia moral, y “El crimen de Lord Arthur Saville”, obras celebradas por la aristocracia inglesa, que lo convirtieron en un ídolo y modelo a seguir por su brillantez, ingenio y elegancia.
“El abanico de Lady Windermere” (1892), “Una mujer sin importancia” (1893), “Un marido ideal” (1895) y “La importancia de llamarse Ernesto” (1895), son comedias que reflejan a la perfección los círculos aristocráticos en los que se desenvolvió el escritor.
Otras de sus obras son “La duquesa de Padua”, “El ruiseñor y la rosa”, así como una ingente producción de artículos periodísticos, entre ellos “Los modelos en Londres”, “Impresiones de Yanquilandia” y “La invasión americana”, en los que el retrato de sus personajes y la sociedad están hechos con impecable precisión.
Arruinado material y espiritualmente, Wilde viajó a París, donde se convirtió al catolicismo. En sus narraciones está presente su extraordinaria fantasía y gusto por la belleza, en tanto, sus cuentos plantean como idea central el contacto con el dolor y los sufrimientos humanos.
Murió el 30 de noviembre de 1900, a causa de una enfermedad cerebral provocada por una infección en el oído, aunque en aquella época se aseguró que su muerte se debió a una enfermedad venérea. (Con información de Notimex)
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