La rumba cubana y el merengue de la República Dominicana sedujeron hoy con sus ritmos y contoneos sensuales a la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que las ha declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La música latinoamericana fue una de las notas más sonoras de la jornada de deliberaciones del Comité intergubernamental de la Unesco reunido en Adis Abeba, que también acordó proteger a la cultura de la cerveza belga y las Fallas valencianas, entre otros.
En un momento triste para la isla, que afronta nueve días de duelo por el fallecimiento el viernes del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, la rumba dio un motivo de celebración con el reconocimiento de la Unesco.
Precisamente a Castro dedicó la delegación de Cuba presente en la capital etíope este reconocimiento musical.
No lejos del lugar donde se debate sobre bienes culturales, un memorial recuerda a los cubanos que lucharon junto a los soldados etíopes contra Somalia en la guerra de Ogaden a finales de la década de 1970, una de las intervenciones de la Isla para apoyar la causa comunista o movimientos de liberación africana.
Muchas décadas antes, al otro lado del Atlántico, una nueva expresión musical nacía en los barrios marginales de la Habana y Matanzas, a los que habían ido a parar las comunidades de esclavos llegados de África.
La música y los bailes de este ritmo heredero del flamenco y de las culturas africana y antillana es “una expresión de autoestima y resistencia” que refuerza la identidad nacional, valoró hoy la Unesco.
La rumba es un símbolo de identidad para los estratos más bajos de la sociedad cubana, que reivindican así su autoestima y resistencia.
Cantos, gestos, palmas y bailes forman parte del ritual de la rumba que, interpretada con instrumentos de percusión o meros utensilios domésticos, invita contonear los cuerpos con júbilo y sensualidad sin importar el sexo, la raza o la clase social.
El comité, formado por representantes de 24 Estados partes en la Convención de la Unesco para la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial, también protegió hoy otra expresión musical latinoamericana: el merengue de la República Dominicana.
Además de expresión identitaria, el merengue ocupa un papel destacado en numerosos ámbitos de la vida diaria de los dominicanos: la educación, las reuniones sociales y amistosas, los acontecimientos festivos e incluso las campañas electorales.
Repudiada en sus orígenes por “lasciva e indecente”, esta danza se baila en pareja, acompañada de movimientos sensuales al compás de la música, y al igual que la rumba cubana no discrimina entre clases sociales.
“Contribuye a fomentar el respeto y la convivencia”, destacan los expertos de la Unesco.
Otro de los elementos protegidos hoy fue la cerveza belga, una tradición cultural valorada por su extrema diversidad y la intensidad con la que es consumida e integrada en la vida diaria y festiva de los habitantes de Bélgica.
El país europeo produce 1.500 tipos distintos de esta bebida hecha con cebada fermentada, agua y lúpulo, sometiéndola hasta a cuatro procesos distintos de fermentación.
Las Fallas valencianas, esculturas satíricas de corcho blanco que se queman cada 19 de marzo para celebrar la llegada de la primavera, son otro de los nuevos bienes que pasaron hoy a ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Los monumentos falleros, que pueden alcanzar decenas de metros de altura, son expresión de una “creatividad colectiva” que “salvaguarda las artes y oficios tradicionales”, subrayó la Unesco.
La undécima reunión del Comité de la Unesco es la cuarta organizada en el continente africano, tras las de Argel (2006), Nairobi (2010) y Windhoek (2015).