ROMA. La continuidad temporal del premier busca, precisamente, aportar una dosis de tranquilidad ante la previsible inquietud de los mercados y ante este panorama de indefinición política, agravado por la presión opositora por un rápido llamado a elecciones y la falta de certeza sobre los posibles sucesores de Renzi.
La inesperada magnitud del triunfo del “no”, de casi 60% contra 40%, y la robusta participación de 68.5%, dieron alas al antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y a la xenófoba Liga Norte, cuyo líder es cercano a dirigentes de la extrema derecha europea, entre ellos la candidata presidencial francesa Marine Le Pen.

 

Luego de que Renzi, ex alcalde de Florencia, anunciara su intención de dimitir por la dura derrota sufrida en el referéndum constitucional, los mercados fueron los primeros en sentir la inestabilidad e iniciaron la semana con una volatilidad que llevó ayer durante unas horas al euro a su nivel más bajo en 20 meses.

 

Mientras la moneda europea se estabilizaba en las bolsas que miraban también de reojo los papeles de los bancos italianos, especialmente al banco en crisis Monte Dei Paschi de Siena, la oposición del país comenzó a desplegar su lista de reclamos una vez que Renzi, de 41 años y en su cargo desde febrero de 2014, hiciera efectiva la dimisión prometida en la noche del domingo.

 

Por la tarde, el Presidente Sergio Mattarella y Renzi se reunieron apenas media hora en el Quirinale donde el primer ministro dimisionario manifestó al jefe del Estado su determinación a dimitir “al considerar imposible la continuidad de su mandato de Gobierno”.

 

Fue entonces cuando el presidente de la República, en vez de aceptar directamente su renuncia, instó a Renzi a continuar en el cargo hasta que sean aprobados los Presupuestos Generales del Estado para 2017, algo que se espera que se produzca antes del viernes.

 

Renzi ha aceptado la petición del presidente “por sentido de la responsabilidad”, según recogieron los medios locales.

 

Acto seguido, la pelota estará en el tejado del “arbitro”, de Mattarella, que tras aceptar la dimisión del primer ministro deberá decantarse por las vías posibles para zanjar esta nueva crisis de Gobierno.

 

Una de las opciones que se barajan es el encargo de un Gobierno de transición hasta que se reforme la ley electoral del país y se convoque nuevas elecciones.

 

El principal escollo en esta situación es la ley electoral, pues en Italia rige el “Italicum” de Renzi, solo aplicable a la Cámara de los Diputados, pues el Senado debía haber sido excluido del proceso legislativo con la reforma rechazada en el plebiscito.

 

Algunos de los nombres que despuntan para presidir un eventual Gobierno de transición son el actual ministro de Economía, el técnico Pier Carlo Padoan; el ministro de Cultura, Dario Franceschini, el de Infraestructuras, Graziano Delrio, o los presidentes de la Cámara de los Diputados y del Senado, Laura Boldrini y Pietro Grasso.

 

Paralelamente, las fuerzas políticas permanecen divididas entre las que reclaman elecciones inmediatamente y las que se decantan por continuar con un Gobierno que cuente con los números de Renzi en el Parlamento, pero sin Renzi.