El Banco de México de hoy no tiene nada que ver con aquél que prevalecía hasta la mitad de los años 90.
El cambio más notable fue la autonomía que ha sido muy bien ejercida por los dos gobernadores que ha tenido: Guillermo Ortiz y Agustín Carstens.
Desde mediados de los años 90 y hasta nuestros días, los avances en materia de transparencia han sido notables. A partir de la publicación semanal de las reservas internacionales hasta la divulgación de las minutas de las reuniones de la junta de gobierno del banco, donde toman decisiones de política monetaria.
Podrían las minutas incluir los nombres de los participantes y serían mucho más transparentes, aunque también está claro aquel punto de no inhibir las opiniones ante la amenaza de mediatizar los dichos.
Es justamente de la lectura de las minutas de las reuniones recientes que se intuye que habría diferencias entre las autoridades de la Secretaría de Hacienda y del propio Banco de México.
Fue particularmente interesante la minuta publicada tras la reunión del 29 de septiembre porque dejó ver un destape de las opiniones de los banqueros centrales ante un ambiente que se notó más relajado entre las autoridades del Banxico y de la propia Secretaría de Hacienda.
Veinte días antes de esa reunión se había dado el relevo de Luis Videgaray con el regreso de José Antonio Meade a la titularidad de Hacienda.
En ese encuentro fueron más incisivos con el manejo fiscal y a Pemex le tocó un raspón por su ausencia, hasta ese punto, de un plan de negocios.
Ya la minuta de la reunión pasada, la del 17 de noviembre, dejó ver el aval de los encargados de la política monetaria a las estrategias de la Secretaría de Hacienda y de Petróleos Mexicanos en sus tareas específicas.
Ya después del anuncio de Agustín Carstens de aceptar el cargo de gerente general del Banco Internacional de Pagos, hay una lectura más que hacer de la minuta más reciente. El primer dato interesante está en la hoja dos, justo donde aparecen los nombres de los ocho participantes de la reunión de política monetaria, seis del propio banco y dos de la Secretaría de Hacienda.
Esto se complementa con la nota de la página 19, donde se da cuenta que la decisión es colegiada, por cierto, sin el voto del secretario y la subsecretaria de Hacienda.
El gobernador es la cabeza de la reunión, es la voz de autoridad para la comunicación con los mercados y la opinión pública, pero es al mismo tiempo parte de una institución que tiene un mecanismo colectivo de toma de decisiones.
El reto del próximo gobernador del Banco de México será acoplarse a una institución autónoma y que funciona de manera colegiada. Y también tendrá el enorme desafío de ser un comunicador eficiente de los temas del instituto central.
Está claro que si bien el gobernador del Banxico es una pieza clave, también es cierto que no es la única figura importante y determinante de la institución.