En el futbol, como en la política, el sentido común llega a últimas fechas desde Alemania.
¿Un Mundial con 48 Selecciones, como pretende el presidente de la FIFA, Gianni Infantino? Esto responde desde la Asociación Europea de Clubes y el Bayern Múnich, Karl-Heinz Rummenigge: “Por el interés de los aficionados y de los jugadores, urgimos a la FIFA a no aumentar el número de participantes en la Copa del Mundo. Tenemos que volver a centrarnos en el deporte; la política y el negocio no deberían ser la prioridad exclusiva del balompié. El número de juegos disputados a lo largo del año ya ha alcanzado un nivel inaceptable”.
Así como los clubes de la Bundesliga son los únicos europeos que se resisten a convertir sus pretemporadas en circos por todos los continentes, en los que lo de menos es la puesta física a punto. Así como el gasto de los equipos germanos tiene que sustentarse en ganancias y nunca en ayudas con fondos públicos, con candados antimagnates extranjeros. Así como la totalidad del territorio teutón está unificado en un impecable proyecto de detección y desarrollo de talentos. Así como todo lo anterior prioriza el deporte y, por ende, a la larga beneficia al negocio, Rummenigge ha rebatido la absurda idea planteada desde Zúrich.
Al calendario futbolístico ya no le cabe nada más; de hecho, le sobra bastante. Noción, la anterior, no basada en lo que ganan los cracks, que puestos a ello muchos querrán hacerlos jugar a diario; noción derivada del daño que se está haciendo al espectáculo, de la saturación a la que nos vamos habituando, de las estrellas que a cada temporada cierran con lesiones en cada articulación y con desempeños inevitablemente mermados.
No nos engañemos: esta agenda se ha desbordado, sea en México con la final de liga pospuesta por el Mundial de Clubes y el verano con doble compromiso para la selección Tricolor, sea en el mundo con un mes de enero que tendrá Copa África y el estreno de un invento llamado China Cup, sea en el sitio del planeta hacia el que giremos los ojos.
El planteamiento de Infantino sólo es idóneo para elevar ingresos y para perpetuar su poder, sabido que en el reparto de plazas mundialistas y dinero radica buena parte de los votos.
A la par de eso, la reciente Eurocopa de Francia 2016, abierta a 24 Selecciones por el mentor de Infantino, Michel Platini, fue ya un esperpento, lejanísimo de las épicas batallas que solían verse antes de que la competición se expandiera tanto.
Así que si el calendario saturado no basta para comprenderlo, tendrá que hacerse para proteger al Mundial como marca y concepto. Justo lo que dice Rummenigge a nombre de los principales clubes europeos, que son finalmente los que ponen los millones para pagar traspasos y salarios.
Twitter/albertolati