BOGOTÁ. El avión de la aerolínea boliviana LaMia, que cayó a tierra el pasado 28 de noviembre y causó la muerte de 71 personas, carecía de certificación para realizar el vuelo CP2399 y la tripulación tenía conocimiento de la carencia de combustible, reveló una investigación de las autoridades de Colombia.
La investigación preliminar de Aeronáutica Civil de Colombia, concluyó que hubo una serie de irregularidades que se dieron en Bolivia, desde donde partió el avión que transportaba al equipo brasileño de Chapecoense.
La aeronave no estaba certificada para realizar un vuelo con las características que presentó en el plan de vuelo, y las autoridades de Bolivia autorizaron el itinerario, lo que ocasiono el accidente en la noche del 28 de noviembre en las montañas del noroccidente de Colombia.
Según la investigación preliminar, la tripulación sabía que el combustible no alcanzaría para llegar a destino, sin embargo decidieron continuar el viaje. Solo pocos minutos antes de chocar, informó que se encontraba en emergencia.
Estas fueron algunas de las principales conclusiones del informe de la Aeronáutica Civil, que es la autoridad en Colombia de regular la aviación comercial y pública en este país andino.
Según la investigación preliminar, el copiloto insistió en la cabina de forma reiterada que estaban al límite de combustible para llegar a su destino, según las grabaciones de la caja negra.
La tripulación contempló aterrizar en Leticia o Bogotá para reabastecer, pero decidieron seguir hacia Rionegro, destino final del vuelo, en el departamento de Antioquia.
“Los miembros de la tripulación eran conscientes de la limitación de combustible y de que no era el adecuado que se necesitaba para llegar a Rionegro”, señaló el secretario de Seguridad Aérea de Aerocivil, coronel Fredy Bonilla.
La tripulación “no informó en ningún momento de esa situación al control aéreo. Tampoco se declararon en emergencia, sino siete minutos antes del accidente. Poco antes habían solicitado prioridad para aterrizar, petición que fue concedida por la torre de control de Rionegro”, agregó el reporte.
El piloto tampoco reportó que se le estaban apagando paulatinamente cada uno de los cuatro motores de la aeronave. Por el contrario, continuó con las maniobras de aterrizaje “de forma normal. Solo hasta dos minutos antes de la caída, reportó la falla total eléctrica”, dijo Bonilla.
En ese momento, la aeronave ya estaba “a nueve mil pies, cuando en esa zona, por el cerro El Gordo, se debe pasar por norma por encima de los 10 mil pies. La aeronave chocó a 230 kilómetros por hora, pese a los esfuerzos de la controladora aérea de turno”.
OR