El senador Jeff Sessions, nominado por Donald Trump para ser su fiscal general (General Attorney, equivalente a ministro de Justicia), está decidido a jugar un papel de contrapeso en el futuro Gobierno de Estados Unidos y a decir “no” al millonario neoyorquino “si se excede” en su poder.
Sessions fue el primero en subir al “estrado” para someterse a las preguntas de los legisladores del comité judicial del Senado, que inició las audiencias para ratificar al gabinete de Trump, en medio de preocupaciones de que los designados por el presidente electo no hayan sido plenamente investigados sobres asuntos éticos o financieros.
Conocido por sus duras posturas en inmigración y sus propuestas para implementar “la ley y el orden”, Sessions defendió la independencia del cargo al que aspira y consideró que cualquiera que los desempeñe debe poner la ley y la Constitución por encima de sus creencias.
“(Esa persona) debe estar comprometida a seguir la ley. Él o ella deben estar dispuestos a decir ‘no’ al presidente si se excede. No debe ser una persona que autoriza sin cuestionar”, afirmó.
El senador dejó entrever desacuerdos con Trump en varios puntos, como en la idea del millonario de prohibir la entrada de los musulmanes a EU para evitar atentados terroristas. “No apoyo la idea de que se les niegue la entrada al país a los musulmanes como grupo religioso”, dijo
Session también aclaró que no perseguirá a Hillary Clinton por el caso de los correos electrónicos de cuando era secretaria de Estado. “No debe permitirse que una disputa política se convierta en una disputa penal (…) Este país no castiga a sus enemigos políticos, este país se asegura de que nadie está por encima de la ley”, afirmó.
En su declaración, calificó de “falsas” algunas de las acusaciones que se han lanzado contra él, como que persiguió a los defensores de los derechos civiles de los afroamericanos y apoyó al grupo racista Ku Klux Klan durante su etapa como fiscal para el distrito sur de Alabama.
No conforme con oponerse al cierre de la cárcel de Guantánamo en Cuba, el senador republicano votó en contra de una legislación que buscaba prohibir “el trato cruel, inhumano o degradante” de los prisioneros. Es, además, un escéptico ante el tema del cambio climático y un adversario declarado del matrimonio homosexual.
El otro evaluado fue el general retirado Kelly, nominado como Secretario de Seguridad. Kelly, reconoció durante la audiencia que un muro “físico” con México no detendrá “los problemas fronterizos” derivados del flujo migratorio y entrada de drogas.
De este modo, el general retirado marcaba distancia con la propuesta electoral más polémica de Trump, quien ha insistido en construir un muro en la frontera con México para detener el flujo migratorio y la entrada de estupefacientes.
Kelly, además, señaló que parte de la solución debe incluir “trabajar más estrechamente con nuestros países aliados”, entre ellos México y los de Centroamérica.
Entre los elegidos para formar un gobierno con el magnate hay un grupo de multimillonarios cuya fortuna en total asciende a 35 mil millones de dólares, hay empresarios de todos los rubros y senadores del partido ultraconservadores ya conocidos por sus polémicas políticas económicas y sociales.
Polémica
En 1968, cuando era fiscal del Estado de Alabama, un comité del Senado rechazó su nombramiento como juez federal después de que sus ex colegas lo acusaran de racismo y afirmaran que hacía bromas diciendo que el Ku Klux Klan “le había parecido bien, hasta que descubrió que fumaban marihuana”.
Antiinmigrante
Sessions rechazó todas las iniciativas, desde que llegó al Senado en 1997, a favor de la regularización de los inmigrantes. En 2015 escribía en el Washington Post: “La inmigración legal es la principal fuente de inmigrantes de bajos salarios a Estados Unidos”.
Los otros nominados
Hoy se sentará en la comisión de Relaciones Exteriores el ex consejero delegado de la petrolera ExxonMobil Rex Tillerson, nominado por el electo presidente como secretario de Estado. Tillerson cuenta con buenas relaciones con el Presidente ruso, Vladímir Putin, unos vínculos especialmente controvertidos en un momento de tensión entre Washington y Moscú ante las acusaciones de las agencias de inteligencia de EU de que Rusia intentó influir en las elecciones a través de ataques informáticos.