Se le quebró la voz y las lágrimas afloraron por unos segundos, pero fue suficiente para convertirse en un momento memorable y humano durante el último discurso de Barack Obama como Presidente en Chicago, la ciudad que vio nacer su carrera política.
“Esta noche es mi oportunidad para decir gracias. Cada día aprendí de ustedes; ustedes me hicieron un mejor Presidente y un mejor hombre”, arrancó Obama su discurso, y de inmediato una gran ovación se convirtió en un: “Four more years” (“Cuatro años más”). Él sonreía y contestaba a los más de 20 mil asistentes: “No puedo”.
Allí llamó a la unidad “más allá de nuestras diferencias” y apuntó: “Rivales como Rusia o China no pueden superar nuestra influencia en todo el mundo”.
También reconoció: “Después de mi elección se habló mucho de un Estados Unidos post-racial. Esa visión, aunque bienintencionada, nunca fue realista. Porque la raza sigue siendo una fuerza potente y a menudo divisoria en nuestra sociedad”.
En otro tramo expresó que el cambio “es el corazón pulsante de nuestra idea americana, nuestro valiente experimento de autogobierno. La convicción de que todos somos creados iguales (…) Nosotros, la gente, a través del instrumento de nuestra democracia, podemos formar una unión más perfecta”.
En lo que pareció un mensaje contra Donald Trump: “Tenemos que mantener las leyes contra la discriminación”. Añadió, asimismo, que negar el cambio climático “traiciona a futuras generaciones”.
El Presidente también presumió de haber matado a “decenas de miles de terroristas” en todo el mundo, incluyendo al líder de Al-Qaeda y cerebro de los atentados del 11 de septiembre, Osama bin Laden.