PARÍS. Visitar la habitación de la embajada de Ecuador en Londres donde vive hace cuatro años el fundador de Wikileaks, hablar con un espía de verdad o leer los tuits de la exsoldado Chelsea Manning son algunas de las propuestas del festival “Lanceurs d’alerte“, que comenzó hoy en la Gaîté Lyrique de París.
El certamen aspira a revelar hasta el 29 de enero “la tensión existente entre libertad de expresión y control” y mostrar “cómo artistas y ciudadanos pueden crear espacios de libertad y de creación”, destacó a Efe Marc Dondey, director general y artístico de este centro cultural municipal.
Antes de acceder a la reproducción del pequeño espacio donde Julian Assange trabaja para Wikileaks, lee o recibe a sus visitas desde 2012, esta manifestación multidisciplinar desvela una instalación de la artista griega Danae Stratou.
Sobre el suelo sobresalen ordenadamente 98 cajas negras -metáfora de las que encierran las claves de aviones accidentados-, cada una con una palabra en su interior que puede significar una amenaza, como “barbarie”, colocada no muy lejos de “Trump”; o algo que se quiere preservar absolutamente, como el “amor” o la “risa”.
Cada vocablo fue recopilado por internet entre los pobladores de la región parisina y sugiere la idea de que, para preparar un futuro mejor, conviene analizar a fondo el contenido de esos receptáculos negros antes de que se produzca la catástrofe y no después.
Titulada “It’s Time to Open the Black Boxes” (llegó el momento de abrir las cajas negras), la instalación de la cofundadora de la plataforma Vital Space comparte espacio con “Chelsea’s Wall” (el Muro de Chelsea), que proyecta en la pared los tuits escritos por Manning desde la cárcel, en línea gracias a su abogado.
Las ideas de la exsoldado condenada a 35 años de cárcel en 2013 – cuando todavía era un joven llamado Bradley- por haber filtrado a Wikileaks documentos confidenciales sobre el Ejército de EU. en Guantánamo, Irak y Afganistán, llegan a los muros parisinos gracias al colectivo suizocroata !Mediengruppe Bitnik.
El mismo que tras visitar el principal cubículo vital de Assange (que duerme en otra pieza) reprodujo ese recinto de 20 metros cuadrados con su estructura típicamente británica, sus cortinas burguesas, sus estanterías, su mesa circular de reunión, su escritorio, sus ordenadores o su discreto pero enorme disco duro.
“La embajada de Ecuador es muy generosa pero, pese a todo, al penetrar en esta habitación se siente una gran sensación de encierro. El lugar es algo muy banal y cotidiano y, al mismo tiempo, es el epicentro, el cuartel general de Wikileaks”, subrayó Dondey.
Obra de otro equipo de artistas-activistas que trabajan con la tecnología, el Colectivo Peng!, “Call-A-Spy” (llama a un espía) es la cuarta gran instalación de este festival que ofrecerá también actuaciones, proyecciones, conciertos y encuentros sobre esas “figuras contemporáneas, héroes y ciudadanos ordinarios”.
Gracias a sendos teléfonos rojos, un mapa y una somera guía telefónica, el visitante puede llamar directamente a un nutrido grupo de espías de diferentes países cuyos datos fueron recuperados por estos artistas-científicos promotores de la desobediencia civil.
Comenzaron a trabajar en ello en 2013, a raíz de las informaciones sobre el espionaje masivo orquestado por los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos, divulgadas por el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense Edward Snowden, exiliado en Moscú desde entonces.
Además, el festival propone entre otras obras un espacio para documentarse y una colección de danzas urbanas “post-internet” de la compañía (La)Horde.
OR