Foto: Cuartoscuro/Archivo  

De los 16 indicadores que integran el “semáforo” económico, seis están en rojo. Principalmente aquellos que anticipan su tendencia y los de confianza tanto de los empresarios como de los consumidores.

 

 
La herramienta publicada por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) ubica en color rojo aquellos indicadores que están decreciendo y su comportamiento es crítico en el largo plazo.

 

 
Destaca el índice que combina la evolución del tipo de cambio nominal con la diferencia entre la inflación de México y de Estados Unidos, que con el último dato a noviembre acumuló 18 meses en rojo.

 

 
Con este mismo color se ha pintado por nueve meses el indicador de la que calcula diariamente el Banco de México con base en las cotizaciones de los bancos y significa el costo de los recursos para otorgar créditos.

 

 
El semáforo que incorpora los datos conforme los publica el propio instituto muestra que seis indicadores están en amarillo, lo que significa que aunque su desempeño es bueno, su tendencia es de un menor impulso en el largo plazo. Destaca en este rubro el índice que mide la confianza de los empresarios sobre si es el momento adecuado para invertir, que suma nueve meses en la misma situación.

 

 
En cambio, sólo cuatro indicadores están en verde, lo que significa que están creciendo y su tendencia de largo plazo es favorable. En este color se ubican el índice sobre los ingresos de las empresas minoristas, el de asegurados al IMSS, el desempleo urbano y la tendencia del empleo.

 

 
José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, dijo que los mayores riesgos para la actividad económica es una caída en la productividad, además de una inflación al alza, como consecuencia del aumento de las gasolinas y que de alguna forma impactará la capacidad del consumo de los ciudadanos, y la depreciación del peso frente al dólar, la cual en el último bimestre de 2016 fue de 17%.

 

 
El especialista dijo que un menor crecimiento económico afectará de forma inmediata la generación de empleos, variable que según el semáforo mostró un buen desempeño en 2016, lo que propiciaría que aumente el empleo informal.

 

 
Bajo estas condiciones, si se dispara la inflación el salario real tendrá una caída, lo que limitará el consumo interno con repercusiones en las ventas y un decremento en el sector servicios, el cual ha sido el soporte de la economía en los últimos años.

 
En este sentido, Joan Domene, analista del Grupo Financiero Invex, comentó que en noviembre del año pasado la actividad industrial tuvo un comportamiento limitado, generado por un menor dinamismo en la industria de la construcción y las actividades de la minería.

 

 
Agregó que el panorama para la construcción no se ve tan positivo ya que el recorte al gasto público y la incertidumbre que rodea el escenario de crecimiento tras la victoria de Donald Trump en Estados Unidos podría congelar las decisiones de inversión en construcción, incluso paralizar parcialmente la producción manufacturera.

 

 
En cuanto a la actividad minera, Domene dijo que el sector se mantendrá en contracción, aunque la reducción en la producción petrolera se verá contrarrestada parcialmente por el aumento de los precios del crudo.

 

 
Inquietante. La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) describió así el perfil de la actividad industrial que, según el INEGI, tuvo una variación de 0% en los primeros 11 meses de 2016, mientras en el mismo periodo de 2014 y 2015 reportó crecimientos de 2.6 y 1.0%, respectivamente.