En 1845 inició la construcción del Teatro de la República, lugar histórico en el que se gestó la Constitución de 1917 y se juzgó al emperador Maximiliano de Habsburgo, cuya dirección se encargó al arquitecto Camilo de San Germán y, posteriormente, al británico Thomas Surplice.
El cronista queretano Eduardo Rabell Urbiola relató a 24 HORAS que en ese año se constituyó una sociedad que tenía como objeto edificar un teatro para que los habitantes de la ciudad tuvieran un lugar donde ver representaciones con calidad.
“Ya se tenían algunos, pero realmente no eran muy buenos, porque se iluminaban con veladoras de cebo que desprendían un olor bastante incómodo para la gente”, explicó.
Durante el período de construcción, esta fue suspendida debido a la invasión perpetrada por los Estados Unidos, de 1846 a 1848.
“Una vez terminada esta desgraciada contienda, se continuó con la obra hasta que el 30 de abril de 1852 el teatro fue bendecido y bautizado, por decirlo así, por el cura Oteiza y apadrinada por el gobernador Ramón María Loreto Canal de Samaniego”, expresó el también investigador.
Abundó que el mandatario estatal, debido a su preferencia por la monarquía como forma de gobierno, determinó llamarle Gran Teatro de Iturbide, en honor del consumador de la Independencia y primer emperador de México, Agustin de Iturbide.
Cabe destacar que, desde el principio, el teatro pasó a manos de la Junta Vergara de Beneficencia.
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Como sede de eventos históricos relevantes, cabe destacar el 15 de septiembre de 1854, cuando se convirtió en el lugar donde se estrenó formalmente el Himno Nacional.
En junio de 1867, fue ahí donde sesionó el Consejo de Guerra que enjuició y sentenció a muerte a Maximiliano I, emperador de México, y a sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía. Fue ese acto el que le dio sentido al teatro como uno de los altares de la patria, al entrar a la historia como lugar clave para la restauración de la República..
“Más adelante, en enero de 1917, se lleva a cabo el Congreso constituyente y se escribe ahí la Constitución, que no se promulgó ahí, se promulgó en el Palacio de Gobierno, que en aquel momento era Palacio Nacional con motivo de nuestra Carta Magna”, indicó el cronista.
Finalmente, en 1922, el gobernador de la entidad, José María Truchuelo (quien había sido diputado y secretario del Congreso Constituyente), resuelve cambiarle el nombre de Teatro Iturbide al inmueble por uno de vocación republicana.
Sin embargo, a pesar de su importancia histórica, el teatro seguía siendo propiedad de la Fundación Josefa y Vergara, hasta que a fines del año pasado el Senado de la República decidió adquirirlo con motivo del Centenario de la Constitución.
Con el dinero de la venta (100 millones de pesos), la fundación construirá albergues e impulsara programas para niños y adolescentes en situación de orfandad.
Se espera que el próximo 5 de febrero, el presidente del Senado, Pablo Escudero, reciba las escrituras del teatro en nombre de la Cámara alta.