Foto: EFE  

De padres españoles, el fundador del Grupo Bimbo, Lorenzo Servitje, fallecido hoy en la Ciudad de México a los 98 años, logró convertir una empresa familiar en la panificadora más grande del mundo, gracias a un sentido de los negocios calificado como visionario.

 

 

Los que lo conocían decían de él que era un hombre sencillo, aun con el imperio que creó a sus espaldas, prudente y que nunca perdió el interés por la situación del campo y de sus trabajadores.

 

 

“¿Para qué estamos aquí si no es para tratar de mejorar el mundo en el que vivimos?”, asegura una de sus citas más recordadas.

 

 

Servitje nació en la capital mexicana el 20 de noviembre de 1918. Sus padres, Juan Servitje y Josefina Sendra, eran inmigrantes españoles que llegaron de Cataluña y se casaron en el país latinoamericano.

 

 

Cuando tenía 16 años empezó a trabajar en El Molino, una pastelería fundada por su padre en una céntrica calle de la ciudad. Su labor la compaginó con los estudios de contador público en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 

 

Sin embargo, no llegó a concluir la carrera, ya que tras la inesperada muerte de su padre tuvo que hacerse cargo del negocio.

 

 

Fue en 1945 cuando, junto con Jaime Jorba, Jaime Sendra, Alfonso Velasco y José T. Mata, fundó Panificación Bimbo, empresa dedicada a la fabricación de pan de caja.

 

 

Ninguno de ellos imaginaba que su iniciativa algún día tendría presencia en 22 países.

 

 

Bimbo inició con 38 colaboradores -el primero de ellos el hermano de Lorenzo, Roberto Servitje– diez transportes, una marca y cuatro productos.

 

 

La empresa fue expandiéndose durante décadas, sostenida en el exigente e inconformista carácter de Servitje, quien desempeñó los cargos de gerente, director y presidente del Consejo de Administración del Grupo Bimbo.

 

 

 

Lo que comenzó siendo una pequeña empresa acabó convirtiéndose en el fabricante de 10.000 productos bajo más de 100 marcas, entre ellos pan de molde, bollos y pan tostado.

 

 

 

Con Carmen Montull, su esposa, tuvo ocho hijos. La familia aumentó con los 24 nietos y 48 bisnietos del empresario.

 

 

 

Amante de los libros, él mismo escribió obras como “Reflexiones y comentarios de un dirigente de empresa” y “El empresario y la sociedad contemporánea”, así como diferentes artículos en periódicos y revistas.

 

 

 

Entre los reconocimientos que recibió a lo largo de su trayectoria se cuentan el nombramiento como Ejecutivo del Año por la Asociación de Ejecutivos de Ventas y Mercadotecnia de México en 1972 y la Medalla de Honor al Mérito empresarial que le concedió la Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México en 1978.

 

 

 

Además, en 1995 recibió el Premio Eugenio Garza Sada, que reconoce aquellas actividades que ayudan al bienestar de la comunidad.

 

 

Líderes políticos de México, como el presidente Enrique Peña Nieto y el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, subrayaron en sus mensajes de condolencias el carácter “visionario” del mexicano.

 

 

El Grupo Bimbo, al informar de su fallecimiento, le recordó como “un hombre recto y ejemplar”.

 


“Siempre será un pilar de nuestra querida empresa”, sentenció la compañía.

 

dca