En 2012, Leobardo Téllez Pérez fue uno de los 175 mil mexicanos que retornaron al país. Después de permanecer por más de dos años en Estados Unidos, el oriundo de Puebla abandonó el “sueño americano”, y desde hace dos años dirige junto con tres socios más una empresa social: Mazolco, dedicada a la producción de tostadas, totopos y nachos a base de maíz azul.
El nombre de la empresa resulta de unir las dos primeras letras de maíz y Ozolco, la comunidad de apenas tres mil habitantes de la que es originario y que en náhuatl significa “camino viejo”, en referencia a la ruta utilizada por Hernán Cortés para llegar a la Gran Tenochtitlán, cuenta él mismo.
San Mateo Ozolco es “tierra de volcanes”, lo que ha favorecido el cultivo y cosecha de granos, en particular del maíz azul, que se obtiene de manera artesanal, atendiendo los ciclos de la luna, dice. Se trata de una variedad que aporta 20% más proteínas que el grano blanco, entre otras propiedades nutritivas y es la materia prima de sus productos que hoy se comercializan en las localidades cercanas, en restaurantes de comida mexicana de la capital de Puebla y se ofrece ya en restaurantes de Polanco, en la Ciudad de México y en Guadalajara.
A más de dos años del arranque del proyecto producen casi mil paquetes al mes, pero su capacidad podría llegar a los 20 mil paquetes. Enfocados ahora en la comercialización, Leorbardo y sus socios no descartan exportar a Estados Unidos, un país al que llegó de manera atropellada a finales de la década pasada y a donde van muchos poblanos como él.
Su paso por territorio estadunidense fue corto. Un “pasaje” de cuatro mil dólares comprado a un pollero lo llevó primero a Nogales, Sonora, donde falló en su primer intento por cruzar la frontera; dos veces más trató de hacerlo por Agua Prieta, para finalmente y después de más de un mes lograrlo a través de Naco. Permaneció unos días en Tucson y de ahí partió a Filadelfia, a donde trabajaba lavando trastes, “como mucha de mi gente”, pero pagaban muy poco.
Aprovechando los conocimientos que adquirió al cursar una carrera técnica en mecánica en la Universidad Tecnológica de Huejotzingo, obtuvo un empleo en una empresa dedicada a fabricar arrecifes artificiales. Aunque la paga era muy buena se hartó y decidió regresar a retomar un proyecto de emprendimiento previo.
De regreso en San Mateo Ozolco, a los pies del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, y con el dinero ahorrado reinició un proyecto de cría y explotación de conejo, pero transcurrido un año el negocio no logró prosperar.
Empeñado en aprovechar los recursos de la zona como el maíz azul, Leobardo y otros amigos de su comunidad se acercaron a la Universidad del Valle de México en Puebla, donde obtuvieron una beca para estudiar un diplomado en formación empresarial. Con esta capacitación y un financiamiento de alrededor de 700 mil pesos obtenido a través de la Secretaría de Desarrollo Social se lanzaron como empresarios sociales.
Hoy, Mazolco da empleo a 10 personas más de la comunidad y tiene como política apoyar a otros productores de la zona mediante la compra a precios justos de maíz azul. Además, dice Leobardo, se busca mitigar un poco la migración, es un ejemplo de que organizados podemos.
El negocio requiere una inversión mensual de 10 mil pesos mensuales en materia prima y mano de obra, lo que genera un retorno de 15 mil pesos. Si bien estos ingresos aún no se comparan con los que obtenía por su trabajo en Filadelfia, Leobardo dice que esa es su meta.
“Nos ha costado bastante”, dice, pero está empeñado en regresar a ese estado de la Unión Americana pero con su producto. “Me dicen que no puedo porque cometí un delito por ser migrantes, pero tengo amigos allá y es uno de mis objetivos”.
Migración de retorno
De acuerdo con el Anuario de migración y remesas México 2016, la mayoría de los migrantes mexicanos que regresan son trabajadores subordinados y remunerados. Sólo 7.1% de las mujeres y 5.9% de los hombres son empleadores se emplean principalmente en el sector de servicios y los hombres, en su mayoría, se ocupan en el campo.