Lusner Casimir y Elifis Liciane pasarán un 14 de febrero diferente a otros años en Haití, su lugar de origen, o en Venezuela, donde radicaban antes de llegar a Tijuana.
 
Este Día del Amor estarán en un albergue junto con su hija. Ahora, en esta fronteriza ciudad los tiempos se vislumbran difíciles para esta joven pareja porque están en una región desconocida, donde la comida, la cultura y hasta el idioma son diferentes.
 
En entrevista, afuera del desayunador salesiano del Padre Chava, Lusner Casimir manifestó que “esta vez no podré celebrar con mi familia porque no tenemos casa y no tenemos plata ni trabajo”.
 
Y es que desde que llegaron a Tijuana, hace 15 días, no han podido conseguir un empleo fijo, sólo algunos trabajos que hacen por día, pero eso no les permite tener el dinero necesario para rentar un espacio u hospedarse en un hotel.
 
“Ahora no pienso en eso porque la situación está muy difícil, lo único que quiero es tener un chance para tener dónde vivir”, expresó al momento que su pequeña hija lo observaba hablar sin entender su situación.
 
Recordó que antes, cuando los tiempos le favorecían, les gustaba festejar con un helado, saliendo a pasear o ir al cine, aunque lo que más le gusta a su esposa es ir de shopping -compras-.
 
“Hay un lugar en Venezuela que se llama Sambil, al que le gusta mucho ir porque encuentras muchas actividades”.
 
Con 10 años de convivencia en pareja, seis de ellos casados, y una hija de tres años- Luciña-, estos últimos días lejos de su hogar, les han dado más experiencias y fortaleza como matrimonio, al tener que dormir en albergues, pasar hambre y penurias.
 
Con un brillo especial en los ojos cuando habla de su compañera, Lusner aseguró que lo que más le gusta de su mujer es que, pese a la situación actual, “cree en mí, y eso vale más que cualquier regalo”.
 
Lusner, de 32 años, es mecánico y en Venezuela trabajaba en ese oficio; fue ahí donde conoció a Elifis cuando ella tenía apenas 15 años, y quien, según sus palabras, siempre le gustó aunque fue muy difícil poder conquistarla.
 
Mencionó que pese a ello valió la pena, porque es la mujer con la que quiere seguir compartiendo su vida al lado de Luciña, y si la suerte lo favorece con algún trabajo por lo menos ese día (14 de febrero), podrá llevarlas a tomar un café o un chocolate caliente.
“Todo lo que hago es por ellas”, finalizó Lusner Casimir.