La presidenta del Congreso Internacional Wine and health (Vino y salud), Rosa María Lamuela, afirma que los estudios apuntan a que el consumo moderado del vino mejora el metabolismo de la glucosa y aumenta el colesterol beneficioso (HDL) en los pacientes diabéticos.
Lamuela hizo estas declaraciones al inicio del congreso, que se celebró por primera vez en España y que reunió a más de 200 especialistas, expertos en investigación sobre el vino y nutrición, quienes expusieron los últimos estudios científicos sobre los efectos del vino en la salud.
La doctora es miembro del departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, e indicó que los polifenoles del vino, más presentes en los tintos, pero también en blancos y en menor medida en rosados, son beneficiosos por su efecto protector en relación con la diabetes, según se ha constatado en las últimas investigaciones sobre esta enfermedad.
Durante el congreso, que reunió a expertos mundiales en el ámbito de la medicina, la nutrición, la dietética y la alimentación, también se puso de manifiesto que “no hay ningún estudio que demuestre que el consumo de vino engorda”, según Lamuela, para quien es cierto que el alcohol tiene calorías, pero “no existe una correlación entre aumento de peso y vino”.
Dijo que siempre ha de ser un consumo moderado de vino, que se establece en dos copas diarias para los hombres y una para las mujeres como máximo, preferentemente durante la ingesta de alimentos, más recomendable en las cenas, y nunca se deben superar las cuatro copas tomadas de una sola vez.
La experta subrayó que para obtener todos los efectos beneficiosos del vino se ha de acompañar de una dieta mediterránea.
“El organismo humano es un ser vivo muy complejo y muy especial, que no responde igual que una máquina que mide las caloría”, señaló, por lo que descartó que se pueda achacar solo al vino el aumento de peso.
Entre esos efectos beneficiosos de un consumo moderado de vino mencionó la prevención de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer; y también tiene propiedades prebióticas, ya que favorece una microbiota o microflora intestinal saludable.
En este congreso también se analizó la conexión del vino con las enfermedades cardiovasculares y coronarias, que es el tema más estudiado y el que tiene mayor base científica.
La doctora recordó que el vino ejerce un papel cardioprotector, es antioxidante y antinflamatorio, por lo que se llega a recomendar su consumo moderado por la noche a pacientes que han sufrido un infarto o una angina de pecho, ya que ayuda a que se encuentren mejor.
Además, los consumidores moderados de vino son 25% más longevos y sufren menos enfermedades que los abstemios o los bebedores excesivos, afirmó. Según sus datos las mujeres españolas disfrutan de una de las mayores esperanzas de vida del mundo, pero solo 25% de esta mayor longevidad se puede achacar al vino, también colabora la dieta mediterránea, con el consumo de aceite de oliva y frutas y hortalizas frescas.