¿Por qué Donald Trump inventó un atentado terrorista en Suecia que provocó otra desavenencia internacional para la Casa Blanca?

 

 

Simplemente porque el Presidente de Estados Unidos es un personaje malinformado, mal asesorado, nulamente contenido que creyó haber visto en la televisión, en Fox News que es su canal favorito, una nota de un ataque terrorista en Suecia. Así, lo que creyó entender lo convirtió en argumento para sus planes xenófobos.

 

Ése es el mismo Presidente que cree que va a construir un muro para dividir Estados Unidos de México, y que este país lo va a pagar. Es el mismo gobernante que cree que va a obligar a México a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para que aceptemos pagar altos impuestos por aquellos productos que exportemos a su territorio.

 

Y a pesar de que pueda, a varias personas, sonar absurdos muchos de los planteamientos del mandatario de Estados Unidos, hay que tomarlo en serio. La separación que tenga de la realidad no tiene nada que ver con la contundente realidad de que es un hombre muy poderoso.

 

En el tema específico de la relación comercial, hay que dejar de tener miedo a Trump ante la amenaza de que va a renegociar o terminar con el TLCAN. Al contrario, hay que plantarle cara y decirle que estamos ya en la fase de preparación para sentarnos a renegociar el acuerdo comercial.

 

Muchas de las premisas planteadas por Trump para denostar el acuerdo comercial trilateral son como el atentado terrorista de Suecia: una mentira inventada a partir de información mal procesada por parte del magnate.

 

México no es el eslabón débil de la relación trilateral, y dicha nación está en condiciones de fijar una postura firme ante la realidad de que romper el libre comercio daña a todos. Y con la certeza que aun sin acuerdo específico, hay reglas de la Organización Mundial de Comercio que garantizan a México un acceso preferente a Estados Unidos. Ya si opta por romper con la OMC, será mejor que construyamos nosotros el muro para frenar la entrada de estadunidenses a nuestro país tras la crisis económica que provocaría.

 

Está claro que México puede perder mucho, sobre todo en algunos sectores industriales, pero tampoco es un asunto de vida o muerte como para doblarnos en las negociaciones y aceptar todas las absurdas condiciones que, podemos adelantar, habrá de plantear la administración Trump.

 

La diferencia que hay entre las negociaciones iniciales del TLCAN hace casi 25 años y la renegociación que ahora se plantea es que en ese entonces este país era una posibilidad, una promesa de ser un buen socio. Hoy, México es una realidad, una nación que ha mostrado su capacidad de ser una pieza importante en el encadenamiento industrial.

 

Los principales opositores a desechar a este país como socio comercial estarán dentro del propio territorio estadunidense. Por lo que hay que llegar sin miedo ante la inevitable y, de hecho, deseable realidad de renegociar la relación comercial con Estados Unidos.