En las últimas semanas, la agenda nacional se ha convertido en un breviario de temas bilaterales entre Estados Unidos y México. Cada día estamos atentos a las ocurrencias, decretos y declaraciones de Donald Trump.
La condición de los migrantes es, sin duda, grave, y la amenaza de tener deportaciones masivas en nuestra frontera norte agrava más la situación. Es por ello que no debe dejarse de lado la violencia que ha resurgido en estados como Baja California, Chihuahua, Sinaloa y Tamaulipas.
Llevamos semanas en que por la distracción de la agenda bilateral no nos hemos percatado que los índices delictivos y los homicidios dolosos han aumentado considerablemente, no por nada este enero ha sido, de acuerdo a las cifras del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, el más violento en los últimos 20 años.
Sé que aún no salen las cifras de las primeras semanas de febrero, pero existe la preocupación en el Gobierno federal de que éstas podrían superar las de 2011, año de mayor violencia en nuestro país. Es necesario que el Gobierno federal tome en cuenta que ante una eventual deportación masiva deberá tener una frontera segura.
Y justo ante esta coyuntura que vive nuestro país por los embates de Donald Trump, las carteras del Gobierno federal respecto a Economía y Relaciones Exteriores se han convertido en dos ventanas fundamentales.
Por lo que el secretario Ildefonso Guajardo tiene una tarea fundamental y que debe de efectuar en muy poco tiempo, sobre todo ante la posibilidad del fin o de modificaciones significativas al Tratado de Libre Comercio, entre Estados Unidos, México y Canadá.
Es por ello que nuestro país debe de verse en la posibilidad de hacer instrumentos comerciales de la misma envergadura con otras naciones para minorizar el impacto causado por el rompimiento del tratado.
Incluso hasta la nada despreciable idea de trabajar en los términos de la Organización Mundial de Comercio, pero también al interior del país en la que deberá de dotar de trabajo a quienes lo han perdido y sobre todo a los que serán repatriados a nuestro país.
Guajardo deberá tener en mente la necesidad de dinamizar a la economía interna por medio del empresariado mexicano, para acoger a aquéllos que ven la necesidad de buscar una nueva oportunidad ahora de este lado de la frontera.
Por ejemplo: veremos tal vez la compra de granos a diferentes naciones como Argentina y Brasil o haciendo tratados comerciales con Asia y Europa; México mirará al Sur para la posibilidad incluso de fortalecerse de los países latinoamericanos en el continente.
Por otro lado, tenemos los esfuerzos políticos y financieros de quien ahora es el canciller; ha cambiado de ser un secretario de Relaciones Exteriores a convertirse en un todopoderoso símil de secretario de Estado en Estados Unidos. Videgaray, principal operador en la Unión Americana del TLC, también tratará temas de Seguridad Interna, Nacional, economía, finanzas y los propios de la diplomacia.
El principal asunto que debemos de atender es que por primera vez el grupo conformado por Videgaray toma las riendas de una cartera política en el Gobierno federal. Lo que ha dejado fuera de la escena al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien tiene en sus manos la agenda de Seguridad, misma que no muestra sus mejores resultados.
Hay que poner especial atención en que el verdadero beneficiario de las acciones de Videgaray-Guajardo podría ser un tercero en la ecuación: José Antonio Meade. Los resultados que obtengan serán clave no para la eventual candidatura de Meade, pero sí para la percepción del Gobierno federal.