Una cosa es reivindicar algo en lo que se puede o no estar de acuerdo y otra cosa muy distinta es realizar soflamas arrogantes y convertir algunos eventos en ferias que más parecen de titiriteros que de personas serias. Lo digo porque Francisco Homs, el antiguo vocero de la Generalitat de Cataluña en tiempos del presidente Arturo Mas, está siendo juzgado en la Corte Suprema de Justicia de Madrid por haber desobedecido a los tribunales y fomentado el “sucedáneo” de referéndum de noviembre de 2015 para saber si los catalanes querían seguir perteneciendo a España o, de lo contrario, pretendían separarse.

 

 
Este buen señor se enfrenta a nueve años de inhabilitación de cargo público, si es que es declarado culpable.
Pero lo más llamativo fue verle entrar en la Corte. Iba arropado por centenares de políticos independentistas –Arturo Mas, Gabriel Rufián y un largo etcétera-. Todos ellos muy independentistas; todos ellos conjugando el verbo secesionar de una manera permanente. Pero también todos ellos cobrando de los impuestos de los españoles. Unos, como diputados o senadores en Madrid; otros con los mismos cargos, pero en Barcelona; unos más como Arturo Mas con su sueldo de ex Presidente catalán.

 

 
Para eso no le dicen a España que no, ni tampoco cuando piden, cuando le piden al Estado para sufragar parte de su autonomía. Por cierto, eso de pedir no se les da nada mal. Pero eso sí, le acompañan hasta las puertas de la Corte Suprema de Justicia a Francisco Homs con las caras circunspectas, doloridas, abocadas a la melancolía, como si le estuviera esperando Torquemada en el patíbulo, como si ya no hubiese ni un ayer ni un mañana para Francisco Homs.

 

 
Arturo Mas, aquel jinete que llevó las riendas de Cataluña hacia el sendero de la independencia, no pierde la compostura de apuesto caballero, con cara de galán de los 50, pero con muchos asuntos por aclarar, tanto de él como de la financiación de su partido.

 

 
El joven político Gabriel Rufián, del partido independentista Ezquerra Republicana de Cataluña, les acompaña en letanía, compungido, pero dejándose ver, sabiéndose un galanteador impenitente que parece que es de lo que ejerce. Y así todo un rosario de personajes enarbolando la bandera catalana y despreciando cualquier atisbo que huela o sepa a España.

 

 
En fin, saben que el referéndum que tienen programado para este año con el fin de saber si Cataluña se separa de España, no lo pueden llevar a cabo porque es ilegal. Pero continúan forzando la maquinaria y buscando mártires como Francisco Homs, que en el fondo le encantaría que le inhabilitaran para crear la leyenda que necesita el independentismo catalán. Cualquiera que quiere ser independiente le hace falta un mito. Sería la guinda de un rancio romanticismo.